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  • Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y concupiscencias. (Gálatas 5, 24)

  • Porque el que siembra en su propia carne, de la carne cosechará corrupción; pero el que siembra en el espíritu, del espíritu cosechará la vida eterna. (Gálatas 6, 8)

  • Por lo cual, acordaos de que vosotros, los paganos de nacimiento, a los que los judíos llaman "incircuncisos" -ellos llevan en su carne la circuncisión hecha por mano de hombres-, (Efesios 2, 11)

  • Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. (Efesios 5, 31)

  • Porque nuestra lucha no es contra gente de carne y hueso, sino contra los principados y potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal, que moran en los espacios celestes. (Efesios 6, 12)

  • Ahora me alegro de sufrir por vosotros, y por mi parte completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia, (Colosenses 1, 24)

  • Pues de la misma manera que los hijos participan de la misma carne y sangre, también él participó de modo parecido, para reducir a la impotencia mediante la muerte a aquel que tiene el imperio de la muerte, es decir, al diablo, (Hebreos 2, 14)

  • siguiendo el camino nuevo y viviente que él ha inaugurado a través de la cortina, es decir, de su propia carne, (Hebreos 10, 20)

  • Vuestro oro y vuestra plata se han puesto roñosos, y su roña será un testimonio en contra vuestra y devorará vuestra carne como fuego. Atesorasteis en los últimos días. (Santiago 5, 3)

  • Por eso, si Cristo sufrió en su carne mortal, haceos la cuenta de que también vosotros tenéis que sufrir, el que está dispuesto a sufrir en su carne ha roto con el pecado. (I Pedro 4, 1)

  • Para esto se anunció el evangelio a los muertos, para que los encadenados en la carne por los hombres vivan según Dios en el espíritu. (I Pedro 4, 6)

  • especialmente los que siguen los deseos impuros de la carne y desprecian la autoridad del Señor. Atrevidos y arrogantes, no tienen miedo en blasfemar contra los seres gloriosos, (II Pedro 2, 10)


“Na igreja se fala somente com Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina