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  • Tú, tus hijos y tus hijas comeréis en lugar santo el pecho del rito de presentación y la pierna del tributo, porque ésa es la parte que os pertenece de los sacrificios de reconciliación de los israelitas. (Levítico 10, 14)

  • "¿Por qué no habéis comido en lugar santo la víctima del sacrificio por el pecado? Es cosa santísima, que se os ha dado para borrar las culpas de la comunidad, haciendo sobre ella el rito de absolución en presencia del Señor. (Levítico 10, 17)

  • Puesto que su sangre no fue introducida dentro del santuario, debíais haber comido la carne en ese lugar santo, como yo había ordenado". (Levítico 10, 18)

  • Yo soy el Señor, vuestro Dios; vosotros debéis santificaros y ser santos, porque yo soy santo; no os contaminéis con esos bichos que se arrastran por el suelo. (Levítico 11, 44)

  • Yo soy el Señor, que os he sacado de Egipto para ser vuestro Dios; vosotros seréis santos, porque yo soy santo. (Levítico 11, 45)

  • "Di a toda la comunidad de los israelitas: Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. (Levítico 19, 2)

  • Yo me volveré contra ese hombre y lo extirparé de en medio de su pueblo, por haber entregado un hijo suyo a Moloc manchando mi santuario y profanando mi santo nombre. (Levítico 20, 3)

  • Sed para mí santos, porque santo soy yo, el Señor, que os he separado de las gentes para que seáis míos. (Levítico 20, 26)

  • Le tendrás por santo, pues él es quien ofrece el alimento a tu Dios; tenle por santo, porque santo soy yo, que os santifico. (Levítico 21, 8)

  • No se saldrá del lugar santo para no profanar el santuario de su Dios, pues lleva sobre sí la corona del óleo de la unción de su Dios: yo, el Señor. (Levítico 21, 12)

  • "Di a Aarón y a sus hijos que se santifiquen con las cosas santas de los israelitas y no profanen mi santo nombre: yo, el Señor. (Levítico 22, 2)

  • No profanaréis mi santo nombre, para que sea yo santificado en medio de los israelitas: yo, el Señor, que os santifico. (Levítico 22, 32)


“Quando a videira se separa da estaca que a sustenta, cai, e ao ficar na terra apodrece com todos os cachos que possui. Alerta, portanto, o demônio não dorme!” São Padre Pio de Pietrelcina