Trouvé 385 Résultats pour: desierto de Sinaí

  • Numerosos pastores han devastado mi viña, han pisoteado mi tierra, han convertido mi campo tan querido en un desierto desolado. (Jeremías 12, 10)

  • A todas las alturas peladas del desierto han llegado los devastadores -porque el Señor blande una espada que devora-; de un extremo al otro del país no hay paz para nadie. (Jeremías 12, 12)

  • Yo os dispersaré como una paja arrebatada por el viento del desierto. (Jeremías 13, 24)

  • Es como tamarisco en la estepa, que no siente cuándo llega la dicha, porque arraiga en los lugares abrasados del desierto, en tierra salobre y despoblada. (Jeremías 17, 6)

  • para hacer de su país un desierto, un objeto de irrisión perpetua; todo el que pase por él quedará atónito y meneará la cabeza. (Jeremías 18, 16)

  • Haré de esta ciudad un desierto, una irrisión: todo el que pase junto a ella se asombrará y silbará a la vista de todas sus heridas. (Jeremías 19, 8)

  • Pues esto dice el Señor acerca de la casa real de Judá: Eras para mí como un Galaad, como una cima del Líbano. Pero yo te transformaré en desierto, en ciudad despoblada. (Jeremías 22, 6)

  • Pues el país está lleno de adúlteros; a causa de la maldición el país está de luto, resecos los oasis del desierto. El afán de su carrera es el mal; su esfuerzo, la injusticia. (Jeremías 23, 10)

  • a Jerusalén, a las ciudades de Judá, a sus reyes, a sus príncipes, para hacer de todo ello un desierto, un horror, un objeto de escarnio, una maldición, como es la condición actual; (Jeremías 25, 18)

  • a todos los reyes de Arabia y de los que viven en el desierto; (Jeremías 25, 24)

  • El león ha abandonado su guarida, su tierra se ha convertido en un desierto ante la espada destructora, ante el ardor de la ira del Señor. (Jeremías 25, 38)

  • Esto dice el Señor: Ha hallado gracia en el desierto el pueblo escapado de la espada. Israel se dirige a su descanso. (Jeremías 31, 2)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina