Ezequiel, 5

2. Cuando se cumplan los días del asedio, quemarás al fuego una tercera parte en medio de la ciudad, otra tercera parte la cortarás a espada en sus alrededores y la otra la esparcirás al viento, mientras que yo desenvainaré la espada detrás de ellos.

Versets liés à Ezequiel, 5:

Ezequiel 5 habla sobre la destrucción de Jerusalén como castigo por los pecados del pueblo de Israel. Dios usa a Ezequiel como una señal para mostrar la gravedad del juicio por venir. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en Ezequiel 5:

Jeremías 7:34: "Y terminaré los gritos de alegría y los gritos de satisfacción, la voz del novio y la voz de la novia, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, porque la tierra estará desolada". Este versículo describe la desolación que vendrá sobre Jerusalén como resultado de sus pecados.

Amós 9:8: "He aquí, los ojos del Señor Dios están sobre el reino pecaminoso; y lo destruiré desde la superficie de la tierra, excepto que no destruiré por completo la casa de Jacob, dice el Señor". Este versículo habla sobre la destrucción de Israel como un castigo por sus pecados, pero también muestra que Dios seguirá su promesa a Jacob.

Isaías 1:9: "Si el Señor de los anfitriones no nos hubiera dejado a algunos sobrevivientes, ya estaríamos como Sodoma y similar a Gomorra". Este versículo destaca la misericordia de Dios al dejar a algunos sobrevivientes, a pesar del castigo que la gente merece.

Lamentaciones 4:9: "Más bendecidos fueron los que fueron asesinados en la espada que los que perecieron de hambre; porque se desvanecieron, como perforados, por falta de los frutos de los campos". Este versículo describe el hambre que vendrá sobre Jerusalén durante el asedio babilónico, mostrando la gravedad del juicio de Dios.

Ezequiel 9:4: "Y el Señor le dijo que pasa por la ciudad, a través de Jerusalén, y marca con una señal de las pruebas de los hombres que suspiran y gemen debido a todas las abominaciones que se cometen en medio de eso ". Este versículo muestra la preocupación de Dios con los justos en Jerusalén que lloran los pecados de la gente.