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  • No tengas vergüenza de reprender a un imbécil o a un tonto, y al anciano decrépito que ha vuelto a la infancia. Entonces demostrarás que verdaderamente eres educado, y todos te apreciarán. (Sirácides (Eclesiástico) 42, 8)

  • Las deja sin oficiales ni soldados, sin juez ni profeta; sin adivino ni anciano, (Isaías 3, 2)

  • La cabeza son el anciano y el noble; la cola es el profeta de mentira (Isaías 9, 16)

  • Me había enojado con mi pueblo y había rechazado a los míos. Los había entregado a tus manos, pero tú no tuviste compasión y, sobre el anciano, hiciste caer tu yugo aplastante. (Isaías 47, 6)

  • «¡Pero yo estoy lleno de la ira de Yavé y no la aguanto más! » «Derrámala entonces sobre los niños de la calle y sobre los grupos de muchachos. Les va a llegar a todos, al marido y a la mujer, al anciano y al hombre lleno de vida. (Jeremías 6, 11)

  • No respetaron al anciano ni tuvieron piedad de los niños; se llevaron al hijo único de la viuda, le quitaron sus hijas y la dejaron sola. (Baruc 4, 16)

  • Estaba observando y vi lo siguiente: Pusieron unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestido era blanco como la nieve; su pelo, albo como la lana blanqueada. Su trono era de llamas de fuego con ruedas de fuego ardiente. (Daniel 7, 9)

  • Seguí contemplando la visión nocturna EEn las nubes del cielo venía uno como hijo de hombre. Se dirigió hacia el Anciano y fue llevado a su presencia (Daniel 7, 13)

  • hasta que vino el Anciano a hacer justicia a los santos del Altísimo, y llegó el tiempo en que los santos tomaron posesión del reino (Daniel 7, 22)

  • No reprendas con dureza al anciano; al contrario, aconséjalo como si fuera tu padre; trata a los jóvenes como a hermanos; (1º Carta a Timoteo 5, 1)

  • prefiero pedírtelo por amor. El rogante es Pablo, ya anciano, y ahora preso por Cristo Jesús, (Carta a Filemon 1, 9)

  • Ahora me dirijo a sus Ancianos, dado que yo también soy anciano, y testigo de los sufrimientos de Cristo, y espero ser partícipe de la gloria que ha de manifestarse. (1º Carta de Pedro 5, 1)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina