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  • "Hijo de hombre, vas a comer tu pan como si estuvieras temblando, y a beber tu agua como si estuvieras angustiado y anonadado. (Ezequiel 12, 18)

  • Hijo de hombre, dile a toda clase de aves y a las fieras salvajes: "Júntense, vengan de todas partes y reúnanse para el sacrificio -palabra de Yavé- un gran sacrificio que he preparado en las montañas de Israel; habrá carne para comer y sangre para beber. (Ezequiel 39, 17)

  • Sin embargo, éste respondió: «Ya que el rey, mi señor, fijó personalmente lo que deben comer y beber, temo que me eche la culpa y me castigue, si al llegar los encuentra más delgados que los jóvenes de su edad.» (Daniel 1, 10)

  • Así como ustedes bebieron sobre mi monte santo, así van a beber, naciones que me rodean; beberán hasta que pierdan los sentidos, y serán luego como si no hubieran sido. (Abdías 1, 16)

  • Ay del que da de beber a sus vecinos y les pone un narcótico para que se emborrachen, y así se puedan ver sus desnudeces. (Habacuc 2, 15)

  • Si ustedes quieren comer y beber, que lo decidan ustedes mismos. (Zacarías 7, 6)

  • Jesús dijo a los hermanos: «No saben lo que piden. ¿Pueden ustedes beber la copa que yo tengo que beber?» Ellos respondieron: «Podemos.» (Evangelio según San Mateo 20, 22)

  • y empieza a maltratar a sus compañeros y a comer y a beber con borrachos. (Evangelio según San Mateo 24, 49)

  • Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa. (Evangelio según San Mateo 25, 35)

  • Entonces los justos dirán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber? (Evangelio según San Mateo 25, 37)

  • Porque tuve hambre y ustedes no me dieron de comer; tuve sed y no me dieron de beber; (Evangelio según San Mateo 25, 42)

  • Y les digo que desde ahora no volveré a beber del zumo de cepas, hasta el día en que lo beba nuevo con ustedes en el Reino de mi Padre.» (Evangelio según San Mateo 26, 29)


“É necessário manter o coração aberto para o Céu e aguardar, de lá, o celeste orvalho.” São Padre Pio de Pietrelcina