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  • No se junten con los que rechazan la fe: es cosa absurda. ¿Podrían unirse la justicia y la maldad? ¿Podrían convivir la luz y las tinieblas? (2º Carta a los Corintios 6, 14)

  • Arranquen de raíz de entre ustedes disgustos, arrebatos, enojos, gritos, ofensas y toda clase de maldad. (Carta a los Efesios 4, 31)

  • El que no cumple recibirá lo que merece su maldad, pues Dios no hará excepciones a favor de nadie. (Carta a los Colosenses 3, 25)

  • A pesar de todo no se hunden los sólidos cimientos puestos por Dios, en los cuales está inscrito: El Señor conoce a los suyos, y: Aléjese de la maldad el que invoca el nombre del Señor. (2º Carta a Timoteo 2, 19)

  • Amas la justicia y aborreces la maldad; por eso, oh Dios, tu Dios te concedió una consagración real que es fuente de alegría, con preferencia a tus compañeros. (Carta a los Hebreos 1, 9)

  • La lengua es un fuego, y es un mundo de maldad; rige nuestro organismo y mancha a toda la persona: el fuego del infierno se mete en ella y lo transmite a toda nuestra vida. (Carta de Santiago 3, 6)

  • Rechacen, pues, toda maldad y engaño, la hipocresía, la envidia y toda clase de chismes. (1º Carta de Pedro 2, 1)

  • y recibirán lo merecido por su maldad. Se sienten felices por gozar placeres pasajeros. Gente sucia y viciosa, que se aprovechan de ustedes y se portan como glotones en sus comidas fraternas. (2º Carta de Pedro 2, 13)

  • Pero si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad. (1º Carta de Juan 1, 9)

  • Toda maldad es pecado, pero no es necesariamente pecado que lleva a la muerte. (1º Carta de Juan 5, 17)

  • Oí otra voz que venía del cielo y decía: «Aléjate de ella, pueblo mío, no sea que te hagas cómplice de su maldad y tengas que compartir sus castigos; (Apocalipsis 18, 4)

  • Nada manchado entrará en ella, ni los que cometen maldad y mentira, sino solamente los inscritos en el libro de la vida del Cordero. (Apocalipsis 21, 27)


O maldito “eu” o mantém apegado à Terra e o impede de voar para Jesus. São Padre Pio de Pietrelcina