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  • Salomón dejó el Santuario de Gabaón, y volvió a Jerusalén lejos de la Tienda de las Citas y reinó sobre Israel. (2 Crónicas 1, 13)

  • y la llevaron junto a la Tienda de las Citas y todos los utensilios sagrados que había en la Tienda; los llevaron los sacerdotes y los levitas. (2 Crónicas 5, 5)

  • Entonces llamó el rey al sumo sacerdote Joyadá, y le dijo: «¿Por qué no has tenido cuidado de que los levitas trajeran de Judá y de Jerusalén la contribución que Moisés, siervo de Yavé, y la asamblea de Israel determinaron para la Tienda de las Citas?» (2 Crónicas 24, 6)

  • Cuando Ajior terminó de hablar, el pueblo reunido en torno a la tienda comenzó a criticar. Los magnates de Holofernes y los habitantes de la costa de Moab hablaron de apalearlo. (Judit 5, 22)

  • Holofernes mandó a los hombres de su tienda que tomaran a Ajior, lo llevaran a Betulia y lo entregaran a los israelitas. (Judit 6, 10)

  • Señor es tu nombre. ¡Quebranta su fuerza con tu poder! ¡Derriba su dominio con tu ira!, pues pretenden profanar tu Santuario, manchar la Tienda donde se encuentra la gloria de tu Nombre y destruir con hierro los cuernos de tu altar. (Judit 9, 8)

  • «Has salvado tu vida con tu decisión de presentarte a nuestro señor. Anda a su tienda; algunos de los nuestros te acompañarán hasta que llegues a él. (Judit 10, 15)

  • La noticia de su llegada se corrió de tienda en tienda. La gente de todo el campamento acudía en torno a ella, mientras esperaba fuera de la tienda de Holofernes que le anunciaran su llegada. (Judit 10, 18)

  • Los guardias personales de Holofernes y todos sus oficiales salieron para introducirla en la tienda. (Judit 10, 20)

  • Le anunciaron la llegada de Judit y salió a la entrada de su tienda precedido de lámparras de plata. (Judit 10, 22)

  • Los ayudantes la llevaron a su tienda, donde durmió hasta medianoche. (Judit 12, 5)

  • Ya purificada, volvía a su tienda para la comida. (Judit 12, 9)


“Quando ofendemos a justiça de Deus, apelamos à Sua misericórdia. Mas se ofendemos a Sua misericórdia, a quem podemos apelar? Ofender o Pai que nos ama e insultar quem nos auxilia é um pecado pelo qual seremos severamente julgados.” São Padre Pio de Pietrelcina