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  • solamente queda la perspectiva tremenda del juicio y del fuego que devorará a los rebeldes. (Carta a los Hebreos 10, 27)

  • apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada, sanaron de enfermedades, se mostraron valientes en la guerra y rechazaron a los invasores extranjeros. (Carta a los Hebreos 11, 34)

  • Recuerden su iniciación. No hubo aquel fuego físico que ardía junto a la nube oscura y la tempestad, (Carta a los Hebreos 12, 18)

  • pues nuestro Dios es fuego devorador. (Carta a los Hebreos 12, 29)

  • La lengua es un fuego, y es un mundo de maldad; rige nuestro organismo y mancha a toda la persona: el fuego del infierno se mete en ella y lo transmite a toda nuestra vida. (Carta de Santiago 3, 6)

  • su oro y su plata se han oxidado. El óxido se levanta como acusador contra ustedes y como un fuego les devora las carnes. ¿Cómo han atesorado, si ya eran los últimos tiempos? (Carta de Santiago 5, 3)

  • Si el oro debe ser probado pasando por el fuego, y es sólo cosa pasajera, con mayor razón su fe, que vale mucho más. Esta prueba les merecerá alabanza, honor y gloria el día en que se manifieste Cristo Jesús. (1º Carta de Pedro 1, 7)

  • Queridos hermanos, no se sorprendan por el fuego que ha prendido en medio de ustedes para ponerlos a prueba. No es algo insólito lo que les sucede. (1º Carta de Pedro 4, 12)

  • Del mismo modo ahora la palabra de Dios es la que conserva nuestro cielo y nuestra tierra, pero serán destruidos por el fuego el día del Juicio, cuando los impíos también sean destruidos. (2º Carta de Pedro 3, 7)

  • mientras esperan y ansían la venida del día de Dios, en la que los cielos se desarmarán en el fuego y los elementos se derretirán por el calor. (2º Carta de Pedro 3, 12)

  • De igual modo sentenció a Sodoma, Gomorra y las ciudades vecinas que se entregaban a la prostitución y se dejaban llevar por sus instintos; éstas son ahora una advertencia del fuego eterno. (2º Carta de Pedro 3, 7)

  • a unos los salvarán arrancándolos del fuego eterno; con otros deberán actuar con mucho cuidado, sin tocar ni siquiera sus ropas por miedo a la contaminación. (2º Carta de Pedro 3, 23)


“O temor e a confiança devem dar as mãos e proceder como irmãos. Se nos damos conta de que temos muito temor devemos recorrer à confiança. Se confiamos excessivamente devemos ter um pouco de temor”. São Padre Pio de Pietrelcina