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Judá, Benjamín, Sumaías y Jeremías. (Nehemías 12, 34)
Por eso tales días se llaman Purim, que viene de la palabra Pur. Debido a lo expresado en esta carta y a lo que ellos mismos habían visto y vivido, los judíos, junto con sus descendientes y con los que se les agregaran en el futuro, se comprometieron a celebrar anualmente y sin falta estos dos días, en la fecha indicada, según se lo pedía Mardoqueo. (Ester 9, 26)
que observaran estos días de Purim, como lo había establecido Mardoqueo, y respetaran, ellos y sus descendientes, la obligación de ayunar y de guardar luto. (Ester 9, 31)
El segundo año de reinado del gran rey Asuero, a fines de marzo, tuvo un sueño Mardoqueo, hijo de Jaír, de la tribu de Benjamín. (Ester 11, 1)
por numerosos que sean sus hijos, los espera la espada; sus descendientes carecerán de pan. (Job 27, 14)
Benjamín, el menor, abre el cortejo, los príncipes de Judá con ropas bordadas, los príncipes de Zabulón, los de Neftalí. (Salmos 68, 28)
resplandece delante de Efraín, Benjamín y Manasés. ¡Despierta tu valentía, ven y sálvanos! (Salmos 80, 3)
y decidieron exterminar a los descendientes de Jacob que vivían entre ellos; y comenzaron a matar y expulsar a los judíos. (1 Macabeos 5, 2)
Pero los descendientes de Jambri y la gente de Madaba se apoderaron de Juan con cuanto llevaba y se marcharon llevándose el botín. (1 Macabeos 9, 36)
Después de esto, anunciaron a Jonatán y a Simón, su hermano, que los descendientes de Jambri estaban celebrando una boda solemne y que llevaban desde Nadabat, con gran pompa, a la novia, hija de uno de los magnates de Canaán.) (1 Macabeos 9, 37)
Pasados muchos años, cuando a Dios le pareció bien, Nehemías, despedido por el rey de Persia, mandó que los descendientes de los sacerdotes que habían escondido el fuego, lo fueran a buscar. Pero, como ellos informaron que no habían encontrado fuego, sino un líquido espeso, (2 Macabeos 1, 20)
Espera un poco y verás su gran poder, cuando te atormente a ti y tus descendientes.» (2 Macabeos 7, 17)