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  • volveré yo mi rostro contra ese hombre y contra toda su familia y borraré de en medio de su pueblo a él y a todos los que se venden como él a Moloc. (Levítico 20, 5)

  • El hombre que se acueste con la mujer de su padre ha descubierto la desnudez de su padre; los dos morirán, y serán respnsables de su propia muerte. (Levítico 20, 11)

  • Si un hombre se acuesta con su nuera, los dos morirán: han cometido una infamia y son responsables de su propia muerte. (Levítico 20, 12)

  • Si un hombre se acuesta con un varón, como se acuesta con una mujer, ambos han cometido una infamia; los dos morirán y serán responsables de su muerte. (Levítico 20, 13)

  • El hombre que tome a una mujer y a su madre comete una infamia. Se les quemará a él y a ellas para que no haya infamia entre ustedes. (Levítico 20, 14)

  • Si un hombre tiene relación sexual con un animal, morirán él y el animal. (Levítico 20, 15)

  • El hombre que tiene relaciones con su hermana, hija de su padre o de su madre y ve su desnudez y ella la de él, es una ignominia; serán exterminados en presencia de los hijos de su pueblo. Ha descubierto la desnudez de su hermana: cargará con su maldad. (Levítico 20, 17)

  • Si un hombre se acuesta con una mujer durante su derrame menstrual y descubre su desnudez, ha descubierto, y ella también, la fuente de su sangre; ambos serán borrados de en medio de su pueblo. (Levítico 20, 18)

  • Si un hombre se acuesta con su tía, descubre la desnudez de su tío; de hacerlo, cargará con su pecado y morirá sin hijos. (Levítico 20, 20)

  • Si un hombre toma la mujer de su hermano, comete una maldad: ha descubierto la desnudez de su hermano. Estos no tendrán hijos. (Levítico 20, 21)

  • Todo hombre o mujer que llame a los espíritus o practique hechicerías morirá. Los apedrearán y su sangre caerá sobre ellos.» (Levítico 20, 27)

  • o un hombre que tenga fracturado un pie o una mano, (Levítico 21, 19)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina