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si tocó un reptil cualquiera o a un hombre que lo contamine, haciéndolo impuro, (Levítico 22, 5)
Un día, en el campamento, hubo un altercado entre un hombre de madre israelita y de padre egipcio, y un israelita. (Levítico 24, 10)
Para un hombre de veinte a sesenta años, el valor será de cincuenta siclos de plata, según el siclo del santuario. (Levítico 27, 3)
De los sesenta años en adelante, el valor será: para un hombre quince siclos; para una mujer diez siclos. (Levítico 27, 7)
En cambio, lo que uno consagre a Yavé por anatema, cualquier cosa que le pertenece, hombre, animal o campo de su herencia, no podrá venderse o rescatarse. Todo anatema es cosa muy sagrada para Yavé. (Levítico 27, 28)
Tendrán con ustedes, para que los ayuden, un hombre de cada tribu, jefe de familia. (Números 1, 4)
Porque todo primogénito me pertenece desde el día en que hice morir a todos los primogénitos de Egipto; entonces consagré para mí a todos los primogénitos de Israel; tanto de hombre como de ganado son para mí: ¡yo soy Yavé!» (Números 3, 13)
«Di a los hijos de Israel: El hombre o la mujer que cometa algún pecado en perjuicio de otro, ofendiendo a Yavé, será reo de delito. (Números 5, 6)
«Habla a los hijos de Israel respecto del caso siguiente. Un hombre tiene una mujer que se porta mal y lo engaña; (Números 5, 12)
otro hombre ha tenido relaciones con ellas en secreto y ella supo disimular este acto impuro de tal manera que nadie lo ha visto y no hay testigos. (Números 5, 13)
En estos casos, el hombre llevará a su mujer ante el sacerdote y presentará por ella la ofrenda correspondiente: una décima de medida de harina de cebada. No derramará aceite sobre la ofrenda, ni le pondrá incienso, pues es ofrenda de Celos, o sea, ofrenda para recordar y descubrir una culpa. (Números 5, 15)
Entonces el sacerdote pedirá a la mujer que repita esta maldición: «Si nadie más que tu marido se ha acostado contigo y no te has descarriado con otro hombre, esta agua amarga que trae la maldición manifestará tu inocencia. (Números 5, 19)