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  • Estaba rematada por un capitel de bronce, y la altura del capitel era de dos metros y medio. Sobre el capitel, todo alrededor, había una moldura en forma de red y de granadas, todo de bronce. La segunda columna, con sus granadas, era igual a la primera. (Jeremías 52, 22)

  • ¡Este es nuestro Dios, ningún otro cuenta al lado de él! (Baruc 3, 36)

  • Ellos no harán brillar el oro con que se los recubre para embellecerlos, si nadie le quita el orín, porque ni aun cuando los fundían se daban cuenta de nada. (Baruc 6, 23)

  • Tampoco son capaces de dar riquezas o dinero. Si alguien les hace un voto y no lo cumple, ellos no le piden cuenta. (Baruc 6, 34)

  • Cuando yo diga al malvado: "Vas a morir", si tú no se lo adviertes, si no hablas para advertir al malvado que abandone su mala conducta, y de esa manera salve su vida, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre. (Ezequiel 3, 18)

  • Y cuando el justo se aparte de su justicia para hacer el mal, yo lo haré tropezar, y él morirá porque tú no se lo has advertido: morirá por su propio pecado y no le serán tenidas en cuenta sus obras de justicia, pero a ti te pediré cuenta de su sangre. (Ezequiel 3, 20)

  • Entonces el hombre vestido de lino, que tenía la cartera de escriba en la cintura, dio cuenta diciendo: "Hice lo que tú me habías ordenado". (Ezequiel 9, 11)

  • Tenderé sobre él mi red y quedará prendido en mi trampa. Lo llevaré a Babilonia, y allí le haré rendir cuenta de la infidelidad que cometió contra mí. (Ezequiel 17, 20)

  • Pero si el centinela ve venir la espada y no toca la trompeta, de manera que el pueblo no es advertido, y cuando llega la espada mata a alguno de ellos, este perecerá por su culpa, pero al centinela le pediré cuenta de su sangre. (Ezequiel 33, 6)

  • Cuando yo diga al malvado: "Vas a morir", si tú no hablas para advertir al malvado que abandone su mala conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre. (Ezequiel 33, 8)

  • Sus celdas -tres de un lado y tres del otro-, sus pilares y su vestíbulo tenían la misma dimensión que los de la primera puerta: veinticinco metros de largo y doce metros y medio de ancho. (Ezequiel 40, 21)

  • El Señor me dijo: Presta atención, hijo de hombre; mira bien, y escucha cuidadosamente lo que te voy a decir acerca de todas las prescripciones concernientes a la Casa del Señor y a todo su ritual. Ten bien en cuenta quiénes podrán ser admitidos en la Casa del Señor y quiénes deberán ser excluidos del Santuario. (Ezequiel 44, 5)


“De que vale perder-se em vãos temores?” São Padre Pio de Pietrelcina