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  • ¡Ay de los que se sienten seguros en Sión y de los que viven confiados en la montaña de Samaría, esos notables de la primera de las naciones, a los que acude la casa de Israel! (Amós 6, 1)

  • El día del sacrificio del Señor, yo pediré cuenta a los jefes y a los hijos del rey, y a todos los que se visten a la moda extranjera. (Sofonías 1, 8)

  • Aquel día pediré cuenta a todos los que saltan por encima del umbral, a los que llenan de violencia y de fraude la casa de su señor. (Sofonías 1, 9)

  • En aquel tiempo yo escudriñaré con lámparas a Jerusalén y pediré cuenta a los hombres que se sientan sobre sus heces, los que dicen en su corazón: "El Señor no hace ni bien ni mal". (Sofonías 1, 12)

  • La gloria última de esta Casa será más grande que la primera, dice el Señor de los ejércitos, y en este lugar yo daré la paz -oráculo del Señor de los ejércitos-. (Ageo 2, 9)

  • Pero les aseguro que en el día del Juicio, los hombres rendirán cuenta de toda palabra vana que hayan pronunciado. (Mateo 12, 36)

  • Jesús se dio cuenta y les dijo: «Hombres de poca fe, ¿cómo están pensando que no tienen pan? (Mateo 16, 8)

  • Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; (Mateo 22, 5)

  • Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la categoría de na die. (Mateo 22, 16)

  • Aprendan esta comparación, tomada de la higuera: cuando sus ramas se hacen flexibles y brotan las hojas, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. (Mateo 24, 32)

  • Jesús se dio cuenta y les dijo: «¿Por qué molestan a esta mujer? Ha hecho una buena obra conmigo. (Mateo 26, 10)

  • Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: «¿Quién tocó mi manto?». (Marcos 5, 30)


“O amor e o temor devem sempre andar juntos. O temor sem amor torna-se covardia. São Padre Pio de Pietrelcina