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  • A los hijos de Merarí, según sus familias, les tocaron en suerte doce ciudades de la tribu de Rubén, de la tribu de Gad y de la tribu de Zabulón. (I Crónicas 6, 48)

  • A las otras familias de los descendientes de Quehat, les tocaron en suerte ciudades de la tribu de Efraím. (I Crónicas 6, 51)

  • El escriba Semaías, hijo de Natanael, uno de los levitas, los inscribió en presencia del rey y de los jefes, y en presencia del sacerdote Sadoc, de Ajimélec, hijo de Abiatar, y de los jefes de las familias sacerdotales y levíticas. Se echaba la suerte, una vez por Itamar y dos veces por Eleazar. (I Crónicas 24, 6)

  • La primera suerte cayó sobre Iehoiarib; la segunda sobre Iedaías; (I Crónicas 24, 7)

  • La primera suerte recayó sobre el asafita José; la segunda sobre Guedalías, con sus hijos y hermanos: doce en total; (I Crónicas 25, 9)

  • La puerta oriental le tocó en suerte a Selemías. Después sortearon la puerta del norte, y esta le tocó en suerte a su hijo Zacarías, que era prudente consejero. (I Crónicas 26, 14)

  • Antes de morir, fue testigo de la ruina de Nínive, y vio como sus habitantes eran llevados cautivos a Media por Ciajares, rey de Media. Él bendijo a Dios por todo lo que había hecho a los ninivitas y a los asirios. Antes de su muerte, pudo alegrarse por la suerte de Nínive y bendijo al Señor Dios por los siglos de los siglos. Amén. (Tobías 14, 15)

  • Un pánico indescriptible cundió entre ellos ante la presencia de Holofernes y temblaron por la suerte de Jerusalén y la del Templo del Señor, su Dios. (Judit 4, 2)

  • El primer mes, que es el mes de Nisán, en el duodécimo año del rey Asuero, se echó el "Pur" -es decir, la suerte- en presencia de Amán, tomando día por día y mes por mes, y la suerte cayó sobre el día trece del duodécimo mes, o sea, el mes de Adar. (Ester 3, 7)

  • Porque Amán, hijo de Hamdatá, el agaguita, el opresor de todos los judíos, había proyectado eliminar a los judíos y había echado el "Pur" -es decir, la suerte- con el fin de confundirlos y eliminarlos. (Ester 9, 24)

  • Tal es la suerte de los que olvidan a Dios, así perece la esperanza del impío. (Job 8, 13)

  • ¡Esa es la buena suerte que le toca, mientras otro brota del polvo! (Job 8, 19)


“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina