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  • a cuantos no ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las cosas visibles son pasajeras, mas las invisibles son eternas. (II Corintios 4, 18)

  • No volvemos a recomendarnos ante vosotros; solamente queremos daros ocasión para gloriaros de nosotros y así tengáis cómo responder a los que se glorían de lo exterior, y no de lo que está en el corazón. (II Corintios 5, 12)

  • Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación. (II Corintios 5, 19)

  • Correspondednos; os hablo como a hijos; abríos también vosotros. (II Corintios 6, 13)

  • Porque atestiguo que según sus posibilidades, y aun sobre sus posibilidades, espontáneamente (II Corintios 8, 3)

  • Ahora llevadla también a cabo, de forma que a vuestra prontitud en la iniciativa corresponda la realización conforme a vuestras posibilidades. (II Corintios 8, 11)

  • ¡Gracias sean dadas a Dios, que pone en el corazón de Tito el mismo interés por vosotros!, (II Corintios 8, 16)

  • Pues, cualquiera que se presenta predicando otro Jesús del que os prediqué, y os proponga recibir un Espíritu diferente del que recibisteis, y un Evangelio diferente del que abrazasteis ¡lo toleráis tan bien! (II Corintios 11, 4)

  • Y aparte de otras cosas, mi responsabilidad diaria: la preocupación por todas las Iglesias. (II Corintios 11, 28)

  • Mirad, es la tercera vez que estoy a punto de ir a vosotros, y no os seré gravoso, pues no busco vuestras cosas sino a vosotros. Efectivamente, no corresponde a los hijos atesorar para los padres, sino a los padres atesorar para los hijos. (II Corintios 12, 14)

  • Según eso, ¿la ley se opone a las promesas de Dios? ¡De ningún modo! Si de hecho se nos hubiera otorgado una ley capaz de vivificar, en ese caso la justicia vendría realmente de la ley. (Gálatas 3, 21)

  • y, no obstante la prueba que suponía para vosotros mi cuerpo, no me mostrasteis desprecio ni repulsa, sino que me recibisteis como a un ángel de Dios: como a Cristo Jesús. (Gálatas 4, 14)


“É loucura fixar o olhar no que rapidamente passa”. São Padre Pio de Pietrelcina