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  • «Señor mío, escúchame: Cuatrocientos siclos de plata por un terren0, ¿qué nos suponen a ti y a mí? Sepulta a tu muerta.» (Génesis 23, 15)

  • Abraham dijo al siervo más viejo de su casa y mayordomo de todas sus cosas: «Ea, pon tu mano debajo de mi muslo, (Génesis 24, 2)

  • Si la mujer no quisiere seguirte, no responderás de este juramento que te tomo. En todo caso, no lleves allá a mi hijo.» (Génesis 24, 8)

  • Ahora bien, la muchacha a quien yo diga "Inclina, por favor, tu cántaro para que yo beba", y ella responda: "Bebe, y también voy a abrevar tus camellos", ésa sea la que tienes designada para tu siervo Isaac, y por ello conoceré que haces favor a mi señor.» (Génesis 24, 14)

  • Después les sirvió de comer, pero el otro dijo: «No comeré hasta no haber dicho lo que tengo que decir.» A lo que respondió Labán: «Habla.» (Génesis 24, 33)

  • y ella me responda: Bebe tú, y voy a sacar también para tus camellos, ésa será la mujer que Yahveh tiene destinada para el hijo de mi señor." (Génesis 24, 44)

  • Yo le pregunté: "¿De quién eres hija?" Me respondió: "Soy hija de Betuel, el hijo que Milká dio a Najor." Entonces puse el anillo en su nariz, y los brazaletes en sus brazos, (Génesis 24, 47)

  • Respondieron Labán y Betuel: «De Yahveh ha salido este asunto. Nosotros no podemos decirte está mal o está bien. (Génesis 24, 50)

  • Como hubiese envejecido Isaac, y no viese ya por tener debilitados sus ojos, llamó a Esaú, su hijo mayor: ¡Hijo mío!» El cual le respondió: «Aquí estoy.» (Génesis 27, 1)

  • Este entró a donde su padre, y dijo: «¡Padre!» El respondió: «Aquí estoy; ¿quién eres, hijo?» (Génesis 27, 18)

  • Dice Isaac a su hijo: «¡Qué listo has andado en hallarla, hijo!» - Respondió: «Sí; es que Yahveh, tu Dios, me la puso delante.» (Génesis 27, 20)

  • Dijo, pues: «¿Eres tú realmente mi hijo Esaú?» Respondió: «El mismo.» (Génesis 27, 24)


O sábio elogia a mulher forte dizendo: os seu dedos manejaram o fuso. A roca é o alvo dos seus desejos. Fie, portanto, cada dia um pouco. Puxe fio a fio até a execução e, infalivelmente, você chegará ao fim. Mas não tenha pressa, pois senão você poderá misturar o fio com os nós e embaraçar tudo.” São Padre Pio de Pietrelcina