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  • Ya en otros tiempos Areios, vuestro rey, envió carta al sumo sacerdote Onías; una carta en la que declaraba que sois nuestros hermanos, como lo muestra la copia adjunta. (I Macabeos 12, 7)

  • Onías recibió con todos los honores al enviado y aceptó la carta, que contenía un tratado de amistad. (I Macabeos 12, 8)

  • Copia de la carta escrita a Onías: (I Macabeos 12, 19)

  • "Aerios, rey de los espartanos, a Onías, sumo sacerdote, salud. (I Macabeos 12, 20)

  • Mientras la ciudad santa gozaba de una paz completa y se observaban todas las leyes por la piedad del sumo sacerdote Onías y su odio a toda maldad, (II Macabeos 3, 1)

  • no pudiendo sobreponerse a Onías, se fue a Apolonio de Tarso, entonces gobernador de Celesiria y Fenicia, (II Macabeos 3, 5)

  • Llegaron rápidamente algunos de los de Heliodoro, y suplicaban a Onías que rogara al altísimo para que concediera la vida a aquel que se encontraba en su último aliento. (II Macabeos 3, 31)

  • Al tiempo que el sumo sacerdote ofrecía el sacrificio por el pecado, se presentaron de nuevo ante Heliodoro los mismos jóvenes, vestidos con las mismas vestiduras; se pusieron ante él y le dijeron: "Da muchas gracias a Onías, sumo sacerdote, pues por él el Señor te ha dejado con vida. (II Macabeos 3, 33)

  • Heliodoro, después de ofrecer un sacrificio al Señor y desear mucha prosperidad a aquel que le había concedido la vida, se despidió de Onías y se volvió con sus tropas a la corte del rey. (II Macabeos 3, 35)

  • El tal Simón, delatador de los tesoros y traidor a la patria, calumniaba a Onías, como si hubiera sido el instigador contra Heliodoro y causa de sus males. (II Macabeos 4, 1)

  • Onías, viendo el peligro de la discordia y la insensatez de Apolonio, jefe de Celesiria y Fenicia, que apoyaba la maldad de Simón, se fue a ver al rey, (II Macabeos 4, 4)

  • Seleuco murió, y le sucedió en el trono Antíoco, por sobrenombre Epífanes. Jasón, hermano de Onías, ambicionaba el sumo sacerdocio, (II Macabeos 4, 7)


“Quanto mais te deixares enraizar na santa humildade, tanto mais íntima será a comunicação da tua alma com Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina