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  • Ajab murió y le sucedió en el trono su hijo Ocozías. (I Reyes 22, 40)

  • Tenía treinta y cinco años cuando subió al trono, y reinó en Jerusalén veinticinco años. Su madre, hija de Siljí, se llamaba Azubá. (I Reyes 22, 42)

  • Josafat murió y fue sepultado con sus padres en la ciudad de David, su antepasado. Le sucedió en el trono su hijo Jorán. (I Reyes 22, 51)

  • Ocozías murió como había dicho el Señor por medio de Elías. Le sucedió en el trono su hermano Jorán, el año segundo de Jorán, hijo de Josafat, rey de Judá, pues Ocozías no tenía hijos. (II Reyes 1, 17)

  • Etonces tomó a su hijo primogénito, el que debía sucederle en el trono, y lo ofreció en holocausto sobre la muralla. Sobrevino una gran indignación contra los israelitas, los cuales levantaron el campamento y volvieron a su tierra. (II Reyes 3, 27)

  • pero la lepra de Naamán se os pegará a ti y a tu descendencia para siempre". Y salió de su presencia blanco como la nieve de lepra. (II Reyes 5, 27)

  • Pero al día siguiente Jazael tomó el cobertor, lo empapó de agua y lo extendió sobre el rostro del rey, el cual murió. Jazael le sucedió en el trono. (II Reyes 8, 15)

  • El año quinto de Jorán, hijo de Ajab, rey de Israel, subió al trono Jorán, hijo de Josafat, rey de Judá. (II Reyes 8, 16)

  • Jorán murió y fue enterrado con sus padres en la ciudad de David. Le sucedió en el trono su hijo Ocozías. (II Reyes 8, 24)

  • El año doce de Jorán, hijo de Ajab, rey de Israel, subió al trono Ocozías, hijo de Jorán, rey de Judá. (II Reyes 8, 25)

  • Ocozías había subido al trono de Judá el año undécimo de Jorán, hijo de Ajab. (II Reyes 9, 29)

  • elegid al mejor y más capaz de los hijos de vuestro señor, colocadlo sobre el trono de su padre y luchad en pro de la casa de vuestro señor". (II Reyes 10, 3)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina