Ezequiel, 20

33. Por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, que yo reinaré sobre vosotros, con mano fuerte y tenso brazo, con furor derramado.

Stihovi vezani uz Ezequiel, 20:

Ezequiel 20 aborda la rebelión de la gente de Israel a lo largo de la historia y cómo Dios trató con esta situación. Los versos seleccionados a continuación están relacionados con el castigo divino y la búsqueda de arrepentimiento por parte de la gente:

Jeremías 21:12: "Oh casa de David, así dice el Señor: ejecuta justicia por la mañana y entregue a los oprimidos de las manos del opresor, para que mi furor no salga como fuego y ardor, sin quienes lo borran , debido a la maldad de tus obras ". Este versículo refuerza la idea de que se debe practicar la justicia y que Dios castiga a quienes cometen injusticias.

Isaías 55:6-7: "Busca al Señor siempre que uno pueda encontrar, invocarlo mientras esté cerca. Deja a los malvados a su manera, y al hombre malvado sus pensamientos, y se convierte al Señor, que se simpatizará; Nuestro Dios, porque es genial perdonar ". Aquí se enfatiza la importancia de buscar a Dios y abandonar el pecado, mostrando que Dios está dispuesto a perdonar a los que se arrepienten.

Salmo 81:11-12: "Pero mi gente no quería escuchar mi voz, e Israel no me quería. Por lo tanto, los di a los deseos de sus corazones y entré en sus propios consejos". Este salmo ilustra cómo Dios permitió a las personas seguir sus propios deseos y sufrir las consecuencias de sus elecciones.

Isaías 5:24: "Por lo tanto, a medida que la lengua del fuego consume la paja, y el tocho se derrumba a través de la llama, por lo que será su raíz como pudrición, y su flor se desvanecerá como polvo; porque rechazaron la ley del Señor de anfitriones, y despreciaba la palabra del santo de Israel ". Este versículo señala que aquellos que rechazan la ley de Dios terminan siendo consumidos por su propia maldad.

Oseas 14:1: "De vuelta, oh Israel, al Señor tu Dios, porque por tus pecados has caído". Aquí vemos una apelación para que la gente se arrepienta y regrese a Dios, reconociendo que sus propias elecciones los llevaron a la caída.