4. Pero un tal Simón, sacerdote de la tribu de Bilgá, administrador del Templo, se enemistó con el Sumo Sacerdote porque decía que a él le correspondía la fiscalización de los mercados de la ciudad.





“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina