4. Pero un tal Simón, sacerdote de la tribu de Bilgá, administrador del Templo, se enemistó con el Sumo Sacerdote porque decía que a él le correspondía la fiscalización de los mercados de la ciudad.





“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina