Deuteronomio, 14

7. Pero no comerán de los que solamente rumían, o que solamente tienen la pezuña partida: el camello, la liebre y el conejo que, si bien rumian, no tienen la pezuña partida; los tendrán por impuros.

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Deuteronomio 14 trata principalmente de las leyes dietéticas de Dios a la gente de Israel, incluido el cual los animales se consideran puros e impuros para el consumo. Además, el capítulo también aborda la importancia de separar el diezmo y presentarlo ante el Señor.

Levítico 11:47 - "Para diferenciar entre lo inmundo y lo puro, y entre animales que se pueden comer y los animales que no se pueden comer". Este versículo muestra que las leyes alimentarias fueron dadas por Dios para diferenciar entre puro e impuro.

Hechos 10:14 - "Pero Peter respondió:" Señor, porque nunca he comido nada común y sucio ". Pedro, un judío, inicialmente reacio a comer con los gentiles, pero Dios le indica que no llame inmundo lo que ha purificado.

1 Timoteo 4:4-5 - "Porque cada criatura de Dios es buena, y no hay nada que rechazar, ser recibido con Acción de Gracias. Porque por la Palabra de Dios y la oración es santificada". Este versículo muestra que todos los alimentos son puros, siempre que sean recibidos con Acción de Gracias y santificados por la Palabra de Dios.

Malachi 3:10 - "Traiga todos los diezmos a la casa del tesoro, para que pueda haber mantenimiento en mi casa, y luego probarme, dice el Señor de los anfitriones, si no abro las ventanas del cielo, y no derrame para Tal bendición, que te advierte la mayor riqueza ". Este versículo destaca la importancia de traer diezmo a la Casa del Señor y la promesa de abundantes bendiciones en respuesta.

Lucas 21:1-4 - "Y, mirándolo, vio a los ricos lanzar sus ofertas al arca del tesoro; y vio a una viuda pobre también arrojar dos pequeñas monedas allí; y dijo, Terde, te digo que él arrojó más que toda esta pobre viuda; porque todos los dieron lo que dejó; pero esto, de su pobreza, dio todo lo que tenía para su sustento ". Este versículo destaca la importancia del sacrificio en nuestras ofertas y diezmos, independientemente del valor monetario, y que Dios valora la sinceridad del corazón.