Talált 53 Eredmények: Escucho

  • Llamamos pues a Yavé, Dios de nuestros padres, y Yavé nos escuchó, vio nuestra humillación, nuestros duros trabajos y nuestra opresión. (Deuteronomio 26, 7)

  • Se acercó Gedeón y escuchó cómo un hombre contaba a su vecino un sueño que había tenido. Este decía: «He tenido un sueño: un pan grande de cebada rodaba por el campamento de Madián, llegó hasta una tienda, chocó contra ella y la volcó de arriba abajo.» (Jueces 7, 13)

  • Yavé escuchó a Manoaj y el Angel de Yavé vino donde la mujer cuando estaba sentada en el campo; tampoco esta vez Manoaj, su marido, estaba con ella. (Jueces 13, 9)

  • Samuel tomó entonces un cordero lechón y lo ofreció en sacrificio a Yavé, suplicándole por el pueblo; y Yavé lo escuchó. (1 Samuel 7, 9)

  • El rey no escuchó a la gente de Israel. Así lo había dispuesto Yavé, comprobándose la palabra de Yavé que el profeta Ajías había dicho a Jeroboam. (1 Reyes 12, 15)

  • Ben-Hadad escuchó al rey Asá y envió a sus oficiales contra las ciudades de Israel, conquistando Iyón, Dan y Abel-Beet-Maacá, todo el Quineret y toda la tierra de Neftalí. (1 Reyes 15, 20)

  • Yavé escuchó la voz de Elías, y el alma del niño volvió a él y revivió. (1 Reyes 17, 22)

  • Pasado el mediodía cayeron en trance hasta la hora en que se ofrecen los sacrificios de la tarde, pero no se escuchó a nadie que les diera una respuesta o una señal de aceptación. (1 Reyes 18, 29)

  • Cuando hayas reunido un ejército semejante al que perdiste, con otros tantos carros y caballos, los atacaremos en la llanura; veremos entonces quién es más fuerte.» El rey escuchó sus consejos y así lo hizo. (1 Reyes 20, 25)

  • Apenas escuchó Ajab que Nabot había muerto, se levantó y bajó a la viña de Nabot para tomar posesión de ella. (1 Reyes 21, 16)

  • Pero Joacaz suplicó a Yavé, y éste lo escuchó porque había visto la opresión de Israel, pues el rey de Aram los oprimía. (2 Reyes 13, 4)

  • Pero Amasías no lo escuchó; vino Joás, rey de Israel, y se enfrentó con Amasías, en Betsames de Judá. (2 Reyes 14, 11)


“Que Jesus o aperte sempre mais ao Seu divino coração. Que Ele o alivie no sofrimento e lhe dê o abraço final no Paraíso.” São Padre Pio de Pietrelcina