Talált 110 Eredmények: adorar a baal

  • Ahora bien, manda que se reúnan conmigo en el monte Carmelo todos los israelitas y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal a quienes mantiene Jezabel.» (1 Reyes 18, 19)

  • Ajab avisó a todo el pueblo de Israel y reunió a todos los profetas de Baal en el monte Carmelo. (1 Reyes 18, 20)

  • Entonces Elías se dirigió a todo el pueblo: «¿Hasta cuándo van a danzar de un pie en el otro? Si Yavé es Dios, síganlo; si lo es Baal, síganlo a él.» El pueblo quedó callado. (1 Reyes 18, 21)

  • Entonces Elías les dijo: «Yo solo he quedado de los profetas de Yavé. En cambio los profetas de Baal son cuatrocientos cincuenta. (1 Reyes 18, 22)

  • Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: «Elíjanse un novillo y prepárenlo primero ustedes, ya que son más numerosos, e invoquen el nombre de su dios.» (1 Reyes 18, 25)

  • Tomaron el novillo, lo prepararon y estuvieron rogando desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: «Baal, respóndenos.» Pero no se oyó ni una respuesta, y danzaban junto al altar que habían hecho. (1 Reyes 18, 26)

  • Cuando llegó el mediodía, Elías empezó a burlarse de ellos, diciendo: «Griten más fuerte, cierto que Baal es Dios, pero debe estar ocupado, debe andar de viaje, tal vez está durmiendo y tendrá que despertarse.» (1 Reyes 18, 27)

  • Elías dijo: «Apresen a los profetas de Baal: que no escape ninguno.» Una vez apresados, Elías los hizo bajar al torrente de Cisón, y los degolló allí. (1 Reyes 18, 40)

  • Ajab contó a Jezabel todo lo que había hecho Elías y cómo había dado muerte a cuchillo a todos los profetas de Baal. (1 Reyes 19, 1)

  • Y Jezabel mandó a decir a Elías: «Que yo muera si mañana a esta hora no te trato como has tratado a los profetas de Baal.» (1 Reyes 19, 2)

  • Pero dejaré en Israel a siete mil hombres, que son todos los que no se arrodillaron ante Baal, ni lo besaron.» (1 Reyes 19, 18)

  • Sirvió a Baal y se postró ante él; ofendió a Yavé, Dios de Israel, como lo había hecho su padre. (1 Reyes 22, 54)


“A mulher forte é a que tem temor de Deus, a que mesmo à custa de sacrifício faz a vontade de Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina