Talált 287 Eredmények: doce tribus

  • Entonces oí el número de los marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de los hijos de Israel: (Apocalipsis 7, 4)

  • De la tribu de Judá: doce mil marcados. De la tribu de Rubén: doce mil marcados. De la tribu de Gad: doce mil marcados. (Apocalipsis 7, 5)

  • De la tribu de Aser: doce mil marcados. De la tribu de Neftalí: doce mil marcados. De la tribu de Manasés: doce mil marcados. (Apocalipsis 7, 6)

  • De la tribu de Simeón: doce mil marcados. De la tribu de Leví: doce mil marcados. De la tribu de Isacar: doce mil marcados. (Apocalipsis 7, 7)

  • De la tribu de Zabulón: doce mil marcados. De la tribu de José: doce mil marcados. De la tribu de Benjamín: doce mil marcados. (Apocalipsis 7, 8)

  • Apareció en el cielo una señal grandiosa: una mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. (Apocalipsis 12, 1)

  • Tenía una muralla grande y alta con doce puertas, y sobre las puertas doce ángeles y nombres grabados, que son los nombres de las doce tribus de los hijos de Israel. (Apocalipsis 21, 12)

  • La muralla de la ciudad descansa sobre doce bases en las que están escritos los nombres de los doce Apóstoles del Cordero. (Apocalipsis 21, 14)

  • La ciudad es un cuadrado: su longitud es igual a su anchura. Midió la ciudad con la caña, y tenía doce mil estadios. Su longitud, anchura y altura son iguales. (Apocalipsis 21, 16)

  • Las doce puertas son doce perlas, cada puerta está hecha de una sola perla. La plaza de la ciudad está pavimentada con oro refinado, transparente como cristal. (Apocalipsis 21, 21)

  • En medio de la ciudad, a uno y otro lado del río, hay árboles de la vida, que dan fruto doce veces, una vez cada mes, y sus hojas sirven de medicina para las naciones. (Apocalipsis 22, 2)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina