Talált 220 Eredmények: trono blanco

  • Pero, si el sacerdote ve que no hay pelo blanco en la mancha ni está hundida en la piel, y que se ha secado, recluirá la persona por siete días. (Levítico 13, 21)

  • Cuando alguien haya tenido una quemadura de la piel, y ésta se haya curado formándose una mancha de color blanco o rojizo, (Levítico 13, 24)

  • el sacerdote la examinará; si el pelo se ha vuelto blanco, y la mancha parece hundida en la piel, es que se ha producido lepra en la quemadura. El sacerdote declarará la persona impura: es un caso de lepra. (Levítico 13, 25)

  • Si, en cambio, ve que no aparece pelo blanco en la mancha, que no está hundida la piel, recluirá la persona siete días. (Levítico 13, 26)

  • el sacerdote las examinará; si comprueba que las man chas de la piel son de color blanco, se trata de una eczema que ha brotado en la piel; esta persona es pura. (Levítico 13, 39)

  • Pero si en la calva, por detrás o por delante, aparece una llaga de color blanco rojizo, es lepra que se ha producido en la calva, sea por detrás o por delante. (Levítico 13, 42)

  • El sacerdote lo examinará y, si la hinchazón de la llaga en la parte calva es de color blanco rojizo, con aspecto de lepra en la piel, (Levítico 13, 43)

  • Cuando suba al trono, deberá copiar para su uso esta ley, del libro de los sacerdotes levitas. (Deuteronomio 17, 18)

  • Cuando Saúl se sintió seguro en el trono de Israel, comenzó a combatir con todos los enemigos que tenía a la redonda: con Moab, los amonitas, Edom, Bet-Rejob, los reyes de Sobá y los filisteos; y en cualquier parte que peleaba resultaba vencedor. (1 Samuel 14, 47)

  • Yo tiraré tres flechas hacia la piedra como que me ejercito en tirar al blanco. (1 Samuel 20, 20)

  • Así dice Yavé: «Cuando se hayan acabado tus días y vayas a descansar con tus padres, yo pondré en el trono a tu hijo, fruto de tus entrañas, y afirmaré su poder. (2 Samuel 7, 12)

  • Tu descendencia y tu reino estarán presentes ante mí. Tu trono estará firme hasta la eternidad.» (2 Samuel 7, 16)


“Há alegrias tão sublimes e dores tão profundas que não se consegue exprimir com palavras. O silêncio é o último recurso da alma, quando ela está inefavelmente feliz ou extremamente oprimida!” São Padre Pio de Pietrelcina