Talált 86 Eredmények: víctimas

  • Yavé les dice: Las víctimas que dejaron en la ciudad son la carne, y la ciudad, la olla. Pero a ustedes los haré salir. (Ezequiel 11, 7)

  • Y tú, hijo de hombre, profetiza y aplaude con fuerza. Que la espada pase tres veces, la espada que traspasa a sus víctimas, la gran espada que masacra y que pasa por entremedio de ellos. (Ezequiel 21, 19)

  • Ha llegado la espada a Egipto, Kuch está temblando; caen las víctimas en Egipto y se conmueven sus cimientos. (Ezequiel 30, 4)

  • Traeré a él y a su mundo, al sepulturero de los pueblos, para que arrase el país. Asolarán a Egipto a espada y el país quedará cubierto de víctimas. (Ezequiel 30, 11)

  • Los que vivían bajo su sombra en todas las naciones bajaron con él a la morada de los muertos, y se juntaron con las víctimas de la espada. (Ezequiel 31, 17)

  • ¿Con quién podría compararte? Te precipité en lo más profundo de la tierra, igual como los árboles del Edén: allí estás acostado junto con los incircuncisos, con las víctimas de la espada. Allí están el Faraón y su pueblo, dice Yavé. (Ezequiel 31, 18)

  • ( ) Los pusieron entre medio de sus víctimas. (Ezequiel 32, 25)

  • Tú también te acostarás entre medio de los incircuncisos, junto con las víctimas de la espada. (Ezequiel 32, 28)

  • Ahí están todos los príncipes del norte, y los hombres de Sidón: bajaron con todo su prestigio a pesar de su valentía. Estos incircuncisos están acostados entre las víctimas de la espada, arrastraron su vergüenza hasta donde los que bajan a la tumba. (Ezequiel 32, 30)

  • Al que difundía el terror por la tierra de los vivos, lo acostarán entre los incircuncisos, entre las víctimas de la espada, y junto con él a todo su ejército -palabra de Yavé. (Ezequiel 32, 32)

  • Tus montañas se cubrirán de cadáveres; habrá víctimas de la espada en tus colinas, en los valles y en todos los barrancos. (Ezequiel 35, 8)

  • Una sala desembocaba en el vestíbulo de la puerta; allí se lavaban las víctimas para el holocausto. (Ezequiel 40, 38)


“Resigna-te a ser neste momento uma pequena abelha. E enquanto esperas ser uma grande abelha, ágil, hábil, capaz de fabricar bom mel, humilha-te com muito amor perante Deus e os homens, pois Deus fala aos que se mantêm diante dele humildemente”. São Padre Pio de Pietrelcina