Talált 166 Eredmények: comenzó

  • Entonces Salomón comenzó a ofrecer holocaustos al Señor sobre el altar que había erigido ante el vestíbulo del Templo. (II Crónicas 8, 12)

  • El rey Roboám se reafirmó en Jerusalén y siguió reinando. Roboám tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que el Señor eligió entre todas las tribus de Israel para poner su Nombre en ella. Su madre se llamaba Naamá, la amonita. (II Crónicas 12, 13)

  • En el año decimoctavo del reinado de Jeroboám, comenzó a reinar Abías sobre Judá (II Crónicas 13, 1)

  • Jorám tenía treinta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó ocho años en Jerusalén. (II Crónicas 21, 5)

  • Tenía treinta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó ocho años en Jerusalén. Se fue sin que lo lloraran, y lo sepultaron en la Ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes. (II Crónicas 21, 20)

  • Ocozías tenía cuarenta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó un solo año en Jerusalén. Su madre se llamaba Atalía, y era hija de Omrí. (II Crónicas 22, 2)

  • Atalía, la madre de Ocozías, al ver que había muerto su hijo, comenzó a exterminar todo el linaje real de la tribu de Judá. (II Crónicas 22, 10)

  • Amasías tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó veintinueve años en Jerusalén. Su madre se llamaba Iehoadán, y era de Jerusalén. (II Crónicas 25, 1)

  • Ozías tenía dieciséis años cuando comenzó a reinar, y reinó cincuenta y dos años en Jerusalén. Su madre se llamaba Jecolías, y era de Jerusalén. (II Crónicas 26, 3)

  • Jotám tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó dieciséis años en Jerusalén. Su madre se llamaba Ierusá y era hija de Sadoc. (II Crónicas 27, 1)

  • Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó dieciséis años en Jerusalén. (II Crónicas 27, 8)

  • Ajaz tenía veinte años cuando comenzó a reinar, y reinó dieciséis años en Jerusalén. Él no hizo lo que es recto a los ojos del Señor, a diferencia de su padre David. (II Crónicas 28, 1)


“Os corações fortes e generosos não se lamentam, a não ser por grandes motivos e,ainda assim,não permitem que tais motivos penetrem fundo no seu íntimo.(P.e Pio) São Padre Pio de Pietrelcina