Talált 38 Eredmények: majestad

  • ¡Entren en las cavernas de las rocas y en las cuevas del suelo, lejos del Terror del Señor y del esplendor de su majestad, cuando él se levante para llenar la tierra de espanto! (Isaías 2, 19)

  • y se meterá en las hendiduras de las rocas y en las grietas de los peñascos, lejos del Terror del Señor y del esplendor de su majestad, cuando él se levante para llenar la tierra de espanto. (Isaías 2, 21)

  • Tu majestad ha sido precipitada al Abismo, junto con el sonido de tus arpas; tienes debajo de ti un colchón de gusanos y te cubren las lombrices". (Isaías 14, 11)

  • Ellos elevan la voz, gritan de alegría, aclaman desde el poniente la majestad del Señor. (Isaías 24, 14)

  • Si se hace gracia al malvado, no aprende la justicia: en el país de la rectitud, obra perversamente, sin mirar la majestad del Señor. (Isaías 26, 10)

  • Por eso, así habla el Señor acerca de Joaquím, hijo de Josías, rey de Judá: ¡Pobre de ese hombre! Nadie se lamentará por él: "¡Ay, hermano mío! ¡Ay, hermana mía!". Nadie se lamentará por él: "¡Ay, señor! ¡Ay, su Majestad!". (Jeremías 22, 18)

  • el rey tomó la palabra y dijo: "¿No es esta la gran Babilonia, que yo edifiqué como residencia real gracias a mi poderío y para gloria de mi majestad?". (Daniel 4, 27)

  • En ese momento, recobré la razón; y para gloria de mi realeza, también recuperé la majestad y el esplendor. Mis familiares y mis dignatarios acudieron a mí; yo fui restablecido en mi reino y mi grandeza se acrecentó extraordinariamente. (Daniel 4, 33)

  • Escucha, rey: El Dios Altísimo dio a tu padre Nabucodonosor la realeza, y también magnificencia, gloria y majestad. (Daniel 5, 18)

  • Él se mantendrá de pie y los apacentará con la fuerza del Señor, con la majestad del nombre del Señor, su Dios. Ellos habitarán tranquilos, porque él será grande hasta los confines de la tierra. (Miqueas 5, 3)

  • Dios viene de Temán, y el Santo, del monte Parán. Su majestad cubre los cielos, Pausa y su alabanza llena la tierra. (Habacuc 3, 3)

  • Pero como este apeló al juicio de Su Majestad imperial, yo ordené que lo dejaran bajo custodia hasta que lo enviara al Emperador». (Hechos 25, 21)


“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina