Talált 52 Eredmények: tocó

  • Y como la primera suerte les tocó a los levitas que pertenecían a los clanes de los quehatitas y eran descendientes de Aarón, (Josué 21, 10)

  • Apenas llegó al territorio de Israel, tocó el cuerno en la montaña de Efraím y los israelitas bajaron de la montaña junto con él. Ehúd iba al frente, (Jueces 3, 27)

  • Entonces el Ángel del Señor tocó la carne y los panes ácimos con la punta del bastón que llevaba en la mano, y salió de la roca un fuego que los consumió. En seguida el Ángel del Señor desapareció de su vista. (Jueces 6, 21)

  • Entonces el espíritu del Señor descendió sobre Gedeón: él tocó la trompeta, y los de Abiézer se reunieron detrás de él. (Jueces 6, 34)

  • Casualmente se encontraba allí un malvado llamado Seba, hijo de Bicrí, un benjaminita. Él tocó la trompeta y exclamó: (II Samuel 20, 1)

  • Se acostó y se quedó dormido bajo la retama. Pero un ángel lo tocó y le dijo: "¡Levántate, come!". (I Reyes 19, 5)

  • Pero el Ángel del Señor volvió otra vez, lo tocó y le dijo: "¡Levántate, come, porque todavía te queda mucho por caminar!". (I Reyes 19, 7)

  • Una vez, unos que estaban enterrando a un hombre, al divisar a una de esas bandas, arrojaron al muerto en la tumba de Eliseo y se fueron. Y apenas el muerto tocó los huesos de Eliseo, revivió y se puso de pie. (II Reyes 13, 21)

  • La puerta oriental le tocó en suerte a Selemías. Después sortearon la puerta del norte, y esta le tocó en suerte a su hijo Zacarías, que era prudente consejero. (I Crónicas 26, 14)

  • A Obededóm le tocó el sur, y a sus hijos los almacenes. (I Crónicas 26, 15)

  • A Supím y a Josá, les tocó el lado occidental, con la puerta de Salequet, en el camino de la subida. Las guardias estaban dispuestas de esta manera: (I Crónicas 26, 16)

  • Cuando le tocó el turno a Ester, hija de Abijáil -que era tío de Mardoqueo, su padre adoptivo- ella no pidió nada fuera de lo que le indicó Hegué, el eunuco del rey encargado de las mujeres. Ester se ganaba la simpatía de todos los que la veían. (Ester 2, 15)


“O bem dura eternamente.” São Padre Pio de Pietrelcina