Talált 221 Eredmények: Comer
Subió Ajab a comer y beber, mientras que Elías subía a la cima del Carmelo, y se encorvó hacia la tierra poniendo su rostro entre las rodillas. (I Reyes 18, 42)
Se fue Ajab a su casa triste e irritado por la palabra que le dijo Nabot de Yizreel: «No te daré la heredad de mis padres»; se acostó en su lecho, volvió su rostro y no quiso comer. (I Reyes 21, 4)
Vino a donde él su mujer Jezabel, y le habló: «¿Por qué está triste tu espíritu y por qué no quieres comer?» (I Reyes 21, 5)
Un día pasó Eliseo por Sunem; había allí una mujer principal y le hizo fuerza para que se quedara a comer, y después, siempre que pasaba, iba allí a comer. (II Reyes 4, 8)
Lo sirvieron después para que comieran los hombres y, cuando estaban comiendo, comenzaron a gritar diciendo: « ¡La muerte en la olla, hombre de Dios!» Y no pudieron comer. (II Reyes 4, 40)
El copero mayor dijo: «¿Acaso mi señor me ha enviado a decir estas cosas a tu señor, o a ti, y no a los hombres que se encuentran sobre la muralla, que tienen que comer sus excrementos y beber sus orinas con vosotros?» (II Reyes 18, 27)
Levantáronse entonces los hombres nominalmente designados, reanimaron a los prisioneros y vistieron con el botín a todos los que estaban desnudos, dándoles vestido y calzado. Les dieron de comer y de beber y los ungieron; y transportaron en asnos a todos los débiles, los llevaron a Jericó, ciudad de las palmeras, junto a sus hermanos. Luego se volvieron a Samaría. (II Crónicas 28, 15)
y el Gobernador les prohibió comer de las cosas sacratísimas hasta que no se presentara un sacerdote para el Urim y el Tummim. (Esdras 2, 63)
Luego Esdras se retiró de delante de la Casa de Dios y se fue al aposento de Yehojanán, hijo de Elyasib, donde pasó la noche sin comer pan ni beber agua, haciendo duelo a causa de la rebeldía de los deportados. (Esdras 10, 6)
Había quienes decían: «Nosotros tenemos que dar en prenda nuestros hijos y nuestras hijas para obtener grano con que comer y vivir.» (Nehemías 5, 2)
y el Gobernador les prohibió comer de las cosas sacratísimas hasta que no se presentara un sacerdote para el Urim y el Tummim. (Nehemías 7, 65)
Y el pueblo entero se fue a comer y beber, a repartir raciones y hacer gran festejo, porque habían comprendido las palabras que les habían enseñado. (Nehemías 8, 12)