Talált 637 Eredmények: Jacob bendice a Faraón

  • Ha jurado Yahveh por el orgullo de Jacob: ¡Jamás he de olvidar todas sus obras! (Amós 8, 7)

  • He aquí que los ojos del Señor Yahveh están sobre el reino pecador; voy a exterminarlo de la haz de la tierra, aunque no exterminaré del todo a la casa de Jacob - oráculo de Yahveh. (Amós 9, 8)

  • por la violencia contra Jacob tu hermano, te cubrirá la vergüenza, y serás extirpado para siempre. (Abdías 1, 10)

  • Pero en el monte Sión habrá supervivencia - será lugar santo - y la casa de Jacob recobrará sus posesiones. (Abdías 1, 17)

  • Y será fuego la casa de Jacob, la casa de José una llama, estopa la casa de Esaú. Los quemarán y los devorarán, no habrá un evadido de la casa de Esaú: ¡ha hablado Yahveh! (Abdías 1, 18)

  • Todo esto por el delito de Jacob, por los pecados de la casa de Israel. ¿Cuál es el delito de Jacob? ¿No es Samaria? ¿Cuál es el pecado de la casa de Judá? ¿No es Jerusalén? (Miqueas 1, 5)

  • ¿Es acaso maldita la casa de Jacob? ¿Se ha cortado el soplo de Yahveh? ¿Es ése su proceder? ¿Es que no favorecen sus palabras a su pueblo Israel?» (Miqueas 2, 7)

  • Voy a reunir a Jacob todo entero, voy a recoger al Resto de Israel; los agruparé como ovejas en el aprisco, como rebaño en medio del pastizal, harán estrépito lejos de los hombres. (Miqueas 2, 12)

  • Yo dije: Escuchad, pues, jefes de Jacob, y dirigentes de la casa de Israel: ¿No es cosa vuestra conocer el derecho, (Miqueas 3, 1)

  • Yo, en cambio, estoy lleno de fuerza, por el espíritu de Yahveh, y de juicio y bravura, para denunciar a Jacob su delito, y a Israel su pecado. (Miqueas 3, 8)

  • Escuchad esto, jefes de la casa de Jacob, y dirigentes de la casa de Israel, que abomináis el juicio y torcéis toda rectitud, (Miqueas 3, 9)

  • acudirán naciones numerosas y dirán: «Venid, subamos al monte de Yahveh, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos, y nosotros sigamos sus senderos». Pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la palabra de Yahveh. (Miqueas 4, 2)


“Para consolar uma alma na sua dor, mostre-lhe todo o bem que ela ainda pode fazer.” São Padre Pio de Pietrelcina