Talált 122 Eredmények: llenó

  • Cuando Elías en el torbellino quedó envuelto, Eliseo se llenó de su espíritu. En sus días no fue zarandeado por príncipe, y no pudo dominarle nadie. (Eclesiástico 48, 12)

  • se llenó su tierra de plata y oro, y no tienen límite sus tesoros; se llenó su tierra de caballos, y no tienen límite sus carros; (Isaías 2, 7)

  • se llenó su tierra de ídolos, ante la obra de sus manos se inclinan, ante lo que hicieron sus dedos. (Isaías 2, 8)

  • Se conmovieron los quicios y los dinteles a la voz de los que clamaban, y la Casa se llenó de humo. (Isaías 6, 4)

  • Un viento lleno de amenazas viene de mi parte. Ahora me toca a mí alegar mis razones respecto a ellos. (Jeremías 4, 12)

  • También yo estoy lleno de la saña de Yahveh y cansado de retenerla. La verteré sobre el niño de la calle y sobre el grupo de mancebos juntos. También el hombre y la mujer serán apresados, el viejo con la anciana. (Jeremías 6, 11)

  • Entonces les dices: «Pues así dice Yahveh: He aquí que yo lleno de borrachera a todos los habitantes de esta tierra, a los reyes sucesores de David en el trono, a los sacerdotes y profetas y a todos los habitantes de Jerusalén, (Jeremías 13, 13)

  • ¡Maldito aquel que felicitó a mi padre diciendo: «Te ha nacido un hijo varón», y le llenó de alegría! (Jeremías 20, 15)

  • ¿O se esconderá alguno en escondite donde yo no le vea? - oráculo de Yahveh -. ¿Los cielos y la tierra no los lleno yo? - oráculo de Yahveh -. (Jeremías 23, 24)

  • La cisterna adonde echó Ismael todos los cadáveres de los hombres que mató, era la cisterna grande. Es la que hizo el rey Asá para prevenirse contra Basá, rey de Israel; Ismael, hijo de Netanías, la llenó de asesinados. (Jeremías 41, 9)

  • Han oído las naciones tu deshonra, y tu alarido llenó la tierra, porque valiente contra valiente tropezaron, a una cayeron entrambos. (Jeremías 46, 12)

  • Me comió, me arrebañó el rey de Babilonia, me dejó como cacharro vacío, me tragó como un dragón, llenó su vientre con mis buenos trozos, me expulsó. (Jeremías 51, 34)


“Meu Deus, perdoa-me. Nunca Te ofereci nada na minha vida e, agora, por este pouco que estou sofrendo, em comparação a tudo o que Tu sofreste na Cruz, eu reclamo injustamente!” São Padre Pio de Pietrelcina