Talált 68 Eredmények: Cabezas

  • En tiempo de Joaquín, los cabezas de familias sacerdotales eran: de la de Serayas, Merayas; de la de Jeremías, Jananías; (Nehemías 12, 12)

  • En tiempos de Eliasib, Yoyadá, Yojanán y Yadúa, los cabezas de familias sacerdotales, fueron inscritos hasta el reino de Darío el Persa. (Nehemías 12, 22)

  • Los levitas, cabezas de familia, fueron inscritos en el libro de las Crónicas; pero sólo hasta la época de Yojanán, nieto de Eliasib. (Nehemías 12, 23)

  • Todos los israelitas, hombres, mujeres y niños que habitaban en Jerusalén, se postraron ante el templo, se cubrieron de ceniza sus cabezas y se ciñeron con saco ante el Señor. (Judit 4, 11)

  • Mira su orgullo. Descarga tu ira sobre sus cabezas y da a mi mano de viuda la fuerza precisa. (Judit 9, 9)

  • Al levantar sus ojos desde lejos no lo reconocieron, y se pusieron a llorar a grandes voces, rasgando cada uno su manto y esparciendo polvo sobre sus cabezas. (Job 2, 12)

  • dejaste que cabalgaran sobre nuestras cabezas, anduvimos a través de agua y fuego, pero, al fin, nos hiciste recobrar aliento. (Salmos 66, 12)

  • tú dividiste el mar con tu poder, rompiste en las aguas las cabezas de los monstruos; (Salmos 74, 13)

  • tú las cabezas de Leviatán despedazaste para hacer de ellas pasto de los monstruos marinos; (Salmos 74, 14)

  • juzga a las naciones, amontona cadáveres y tritura cabezas en el mundo entero. (Salmos 110, 6)

  • Ellos cerraron el templo, practicaron una abertura en el techo y, a pedradas, acabaron con el jefe (y los que habían entrado en él); los despedazaron y tiraron sus cabezas a los de afuera. (II Macabeos 1, 16)

  • porque el Señor ha derramado sobre vosotros un espíritu de sopor, ha cerrado vuestros ojos: los profetas, y ha velado vuestras cabezas: los videntes. (Isaías 29, 10)


Por que a tentação passada deixa na alma uma certa perturbação? perguntou um penitente a Padre Pio. Ele respondeu: “Você já presenciou um tremor de terra? Quando tudo estremece a sua volta, você também é sacudido; no entanto, não necessariamente fica enterrado nos destroços!” São Padre Pio de Pietrelcina