Talált 953 Eredmények: David

  • De allí David fue a Mispá de Moab, y dijo al rey de Moab: "Permite que mis padres se queden con vosotros hasta que sepa lo que Dios quiere de mí". (I Samuel 22, 3)

  • Él los dejó con el rey de Moab, y permanecieron con él todo el tiempo que David estuvo en el refugio. (I Samuel 22, 4)

  • Pero el profeta Gad dijo a David: "No te quedes en el refugio. Vete y entra en la tierra de Judá". David partió y llegó al bosque de Járet. (I Samuel 22, 5)

  • Saúl estaba en Guibeá, sentado bajo el tamarindo; tenía su lanza en la mano y todos sus servidores le rodeaban, cuando le anunciaron que David y sus hombres habían sido vistos. (I Samuel 22, 6)

  • Ajimélec respondió al rey: "¿Quién entre todos tus siervos es semejante a David: fiel, yerno del rey, jefe de tu guardia y honrado en tu casa? (I Samuel 22, 14)

  • Después dijo a los guardias que estaban junto a él: "Matad a los sacerdotes del Señor, porque también ellos han prestado ayuda a David; pues sabiendo que había huido, no me avisaron". Pero la guardia del rey no quiso poner su mano sobre los sacerdotes del Señor. (I Samuel 22, 17)

  • Sólo se escapó un hijo de Ajimélec, hijo de Ajitob, llamado Abiatar, que huyó hacia David. (I Samuel 22, 20)

  • Abiatar anunció a David que Saúl había matado a los sacerdotes del Señor. (I Samuel 22, 21)

  • David dijo a Abiatar: "Ya pensé yo, al estar allí aquel día Doeg, que seguramente se lo comunicaría a Saúl. Yo soy el responsable de la vida de toda tu familia. (I Samuel 22, 22)

  • Llevaron a David esta noticia: "Los filisteos están atacando a Queilá y saquean las eras". (I Samuel 23, 1)

  • David consultó al Señor: "¿Debo ir y podré derrotar a los filisteos?". El Señor le respondió: "Vete, derrotarás a los filisteos y librarás a Queilá". (I Samuel 23, 2)

  • Pero los hombres de David le dijeron: "Mira, aquí, en Judá, vivimos asaltados por el terror; ¡cuánto más si vamos a Queilá contra las filas de los filisteos!". (I Samuel 23, 3)


“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina