Talált 959 Eredmények: Hor

  • Pues el marido no creyente queda consagrado a Dios por la mujer cristiana, y la mujer no creyente queda consagrada a Dios por el marido cristiano; de lo contrario, vuestros hijos serían impuros, mientras que ahora pertenecen al pueblo de Dios. (I Corintios 7, 14)

  • Pero no todos saben esto; pues algunos, acostumbrados hasta ahora a adorar a los ídolos, comen las carnes pensando que están consagradas a los ídolos, y su conciencia, que no está bien formada, les hace sentirse culpables. (I Corintios 8, 7)

  • Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno por su parte es miembro de ese cuerpo. (I Corintios 12, 27)

  • Ahora vemos como por medio de un espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de una manera imperfecta; entonces conoceré de la misma manera que Dios me conoce a mí. (I Corintios 13, 12)

  • Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo algunos de vosotros dicen que no hay resurrección de los muertos? (I Corintios 15, 12)

  • Ahora os voy a declarar un misterio: no todos moriremos, pero todos seremos transformados. (I Corintios 15, 51)

  • Ahora no quiero ir de pasada; espero permanecer algún tiempo con vosotros, si Dios quiere. (I Corintios 16, 7)

  • En cuanto al hermano Apolo, le insistí en que fuera con los hermanos a veros, pero ahora no ha querido ir en modo alguno; irá cuando se le presente una buena oportunidad. (I Corintios 16, 12)

  • tranquilizándome a mí, como ahora lo harán a vosotros. A personas así debéis estar reconocidos. (I Corintios 16, 18)

  • De modo que ahora debéis más bien perdonarle y consolarle, no sea que se desespere de tanta tristeza. (II Corintios 2, 7)

  • Así que en adelante a nadie conoceremos a lo humano; y si un tiempo conocimos a Cristo a lo humano, ahora ya no lo conocemos así. (II Corintios 5, 16)

  • Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortase por nosotros. En nombre de Cristo os rogamos: reconciliaos con Dios. (II Corintios 5, 20)


Uma filha espiritual perguntou a Padre Pio: “O Senhor cura tantas pessoas, por que não cura esta sua filha espiritual?” Padre Pio respondeu-lhe em voz baixa: “E não nos oferecemos a Deus?” São Padre Pio de Pietrelcina