Talált 1811 Eredmények: Pueblo Elegido

  • que ilumine los ojos de vuestro corazón, para que conozcáis cuál es la esperanza de su llamada, cuál la riqueza de la gloria de su herencia otorgada a su pueblo (Efesios 1, 18)

  • Os saludan todos los que pertenecen al pueblo de Dios, en especial los de la casa del César. (Filipenses 4, 22)

  • dando gracias al mismo tiempo a Dios, que os ha hecho capaces de participar en la herencia de su pueblo en la gloria, (Colosenses 1, 12)

  • siempre que perseveréis sólidamente cimentados en la fe y estables e inconmovibles en la esperanza del evangelio que oísteis, el que ha de ser predicado a toda criatura bajo el cielo, y del que yo, Pablo, he sido elegido ministro. (Colosenses 1, 23)

  • Dios os ama y os ha elegido para que seáis miembros de su pueblo. Por tanto, sed compasivos, bondadosos, humildes, pacientes y comprensivos. (Colosenses 3, 12)

  • hasta el punto de que nos sentimos orgullosos de vosotros en medio del pueblo de Dios por la fortaleza y por la fe con que soportáis los sufrimientos y las persecuciones. (II Tesalonicenses 1, 4)

  • que se entregó a sí mismo por nosotros para redimirnos y hacer de nosotros un pueblo escogido, limpio de todo pecado y dispuesto a hacer siempre el bien. (Tito 2, 14)

  • al oír hablar del amor y de la fe que profesas a Jesús, el Señor, y a todo el pueblo de Dios. (Filemon 1, 5)

  • Por lo cual debió hacerse en todo semejante a sus hermanos, para convertirse en sumo sacerdote misericordioso y fiel ante Dios, para alcanzar el perdón de los pecados del pueblo. (Hebreos 2, 17)

  • Por eso, hermanos, miembros del pueblo de Dios, partícipes de una vocación celeste, considerad al apóstol y sumo sacerdote de la fe que profesamos, a Jesús, (Hebreos 3, 1)

  • Existe, pues, un reposo reservado para el pueblo de Dios; (Hebreos 4, 9)

  • Porque todo sacerdote es elegido de entre los hombres para representar a los hombres ante Dios y ofrecer dones y sacrificios por los pecados, (Hebreos 5, 1)


“Que Jesus o aperte sempre mais ao Seu divino coração. Que Ele o alivie no sofrimento e lhe dê o abraço final no Paraíso.” São Padre Pio de Pietrelcina