Talált 4380 Eredmények: alianza con Dios

  • Pero Dios le dijo: "No te dé pena por el muchacho ni por tu esclava. Haz lo que te dice Sara, porque la descendencia que lleve tu nombre saldrá de Isaac. (Génesis 21, 12)

  • Dios oyó los gritos del niño, y el ángel de Dios llamó desde el cielo a Agar y le dijo: "¿Qué te pasa, Agar? No temas, porque Dios ha oído los gritos del pequeño desde el lugar en que está. (Génesis 21, 17)

  • Dios abrió los ojos a Agar, que vio un pozo de agua. Se fue a llenar el odre y dio de beber al niño. (Génesis 21, 19)

  • Y Dios estuvo con el niño, el cual creció, habitó en el desierto y llegó a ser un gran tirador de arco. (Génesis 21, 20)

  • Por aquel tiempo Abimelec, acompañado por Picol, jefe de su ejército, fue a decir a Abrahán: "Dios está contigo en todo lo que haces. (Génesis 21, 22)

  • Júrame aquí, por Dios, que no me engañarás a mí, ni a mis hijos, ni a mis parientes, sino que tendrás conmigo y con el país que te hospedó la misma benevolencia que yo he tenido contigo". (Génesis 21, 23)

  • Abrahán plantó en Berseba un tamarisco e invocó allí al Señor, Dios de la eternidad. (Génesis 21, 33)

  • Después de esto, Dios quiso probar a Abrahán, y le llamó: "¡Abrahán! ¡Abrahán!". Éste respondió: "Aquí estoy". Y Dios le dijo: (Génesis 22, 1)

  • Abrahán se levantó de madrugada, aparejó su asno, tomó consigo dos criados y a su hijo Isaac, partió la leña para el holocausto y se encaminó hacia el lugar que Dios le había dicho. (Génesis 22, 3)

  • y dijo a sus criados: "Quedaos aquí con el asno mientras el muchacho y yo subimos arriba; adoraremos a Dios, y después volveremos con vosotros". (Génesis 22, 5)

  • Abrahán respondió: "Dios se proveerá del cordero para el holocausto, hijo mío". Y continuaron juntos el camino. (Génesis 22, 8)

  • Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado, Abrahán levantó un altar; preparó la leña, ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar encima de la leña. (Génesis 22, 9)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina