Talált 367 Eredmények: desierto florecer

  • El Señor no podía soportar más la maldad de vuestras acciones y las monstruosidades que habéis cometido; por eso vuestro país ha quedado convertido en un desierto, objeto de horror y execración, sin ningún habitante, como sucede actualmente. (Jeremías 44, 22)

  • Prepara tu equipaje para el cautiverio, población de Egipto, pues Nof quedará hecha un desierto, devastada y despoblada. (Jeremías 46, 19)

  • ¡Escapad, salvaos, sed como el asno salvaje en el desierto! (Jeremías 48, 6)

  • Dad una tumba a Moab, porque está totalmente devastada. Sus ciudades son como un desierto: nadie ya habita en ellas. (Jeremías 48, 9)

  • Los gritos de Jesbón y de Elealé llegan hasta Yahas; se grita desde Soar hasta Joronáyim y Eglat Selisiya, pues también las aguas de Nimrín se convierten en un desierto. (Jeremías 48, 34)

  • Pues por mí mismo he jurado -dice el Señor- que Bosra quedará hecha un desierto, un horror, un oprobio, una maldición, y todas sus ciudades serán ruinas perpetuas. (Jeremías 49, 13)

  • Jasor quedará como guarida de chacales, un desierto para siempre; nadie más habitará en ella, ni un alma volverá a vivir allí". (Jeremías 49, 33)

  • Pues desde el norte avanza contra ella un pueblo que convertirá en un desierto su tierra, y nadie más habitará allí; hombres y bestias huyen, desaparecen. (Jeremías 50, 3)

  • Vuestra madre está llena de vergüenza, confundida la que os dio a luz. Vedla, la última de las naciones, desierto, aridez, estepa. (Jeremías 50, 12)

  • Tiembla la tierra y se estremece, porque se cumple el decreto del Señor contra Babilonia: reducir el país de Babilonia a un desierto despoblado. (Jeremías 51, 29)

  • Sus ciudades se han convertido en un desierto, en tierra árida, en estepa; nadie ya vivirá allí, ni un alma volverá a pasar por ella. (Jeremías 51, 43)

  • Y dirás: ¡Señor! Tú mismo has sentenciado que este lugar será destruido y que nadie lo volverá a habitar; ni hombre, ni bestia, sino que será un perpetuo desierto. (Jeremías 51, 62)


“De todos os que vierem pedir meu auxílio, nunca perderei nenhum!” São Padre Pio de Pietrelcina