Talált 93 Eredmények: final del viaje

  • Después de las sesenta y dos semanas, matarán a un ungido inocente. La ciudad y el santuario serán destruidos por un príncipe que ha de venir. Su fin será en un cataclismo, y hasta el final habrá guerra y devastaciones decretadas. (Daniel 9, 26)

  • Y he venido a darte a conocer lo que sucederá a tu pueblo al final de los tiempos, porque esta visión se refiere a días aún lejanos". (Daniel 10, 14)

  • Al final se enfrentará a él el rey del sur; pero el rey del norte se levantará contra él con sus carros y jinetes y con numerosas naves, entrará en su país, lo invadirá y lo atravesará. (Daniel 11, 40)

  • Me respondió: "Anda, Daniel, que estas palabras han de quedar cerradas y selladas hasta el momento final. (Daniel 12, 9)

  • Y tú, vete a descansar; te levantarás para recibir tu suerte al final de los días". (Daniel 12, 13)

  • Cambiaré en duelo vuestras fiestas y en lamentos todos vuestros cánticos; cubriré de saco todos vuestros lomos y toda cabeza de calvicie; haré de este duelo un duelo de hijo único, y su final será como día de amargura. (Amós 8, 10)

  • Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, al final tuvo hambre. (Mateo 4, 2)

  • Entonces va y trae consigo otros siete espíritus peores que él, y entran y se instalan allí. Así el estado final de aquel hombre resulta peor que el primero. Eso sucederá también a esta generación malvada". (Mateo 12, 45)

  • "Oíd otra parábola: Un hacendado plantó una viña, la cercó con una valla, cavó en ella un lagar, edificó una torre para guardarla, la arrendó a unos viñadores y se fue de viaje. (Mateo 21, 33)

  • "Porque es como un hombre que, al irse de viaje, llamó a sus criados y les confió su hacienda. (Mateo 25, 14)

  • Y se puso a hablarles en parábolas: "Un hombre plantó una viña, la cercó con una valla, cavó en ella un lagar, edificó una torre para guardarla, la arrendó a unos viñadores y se fue de viaje. (Marcos 12, 1)

  • Es como un hombre que marchó de viaje y, al dejar su casa, puso todo en manos de sus siervos, señalando a cada cual su tarea, y encargó al portero que vigilase. (Marcos 13, 34)


“É necessário manter o coração aberto para o Céu e aguardar, de lá, o celeste orvalho.” São Padre Pio de Pietrelcina