Talált 428 Eredmények: lista de sacerdotes
Entonces el rey, lleno de cólera, llamó a los sacerdotes del ídolo y les dijo: "Si no me decís quién es el que come estas ofrendas, moriréis; pero si demostráis que las come Bel, morirá Daniel, por haber blasfemado contra Bel". (Daniel 14, 8)
Daniel dijo al rey: "Hágase como dices". Los sacerdotes de Bel eran setenta, sin contar mujeres e hijos. (Daniel 14, 9)
los sacerdotes de Bel dijeron: "Mira, nosotros nos salimos de aquí, y tú, oh rey, haz servir los manjares y el vino preparado; luego cierra la puerta y séllala con tu anillo. Si mañana por la mañana, al volver al templo, no encuentras que todo ha sido comido por Bel, nosotros moriremos; pero en caso contrario morirá Daniel, que miente contra nosotros". (Daniel 14, 11)
Durante la noche los sacerdotes entraron, como solían, con sus mujeres y sus hijos, y se lo comieron y bebieron todo. (Daniel 14, 15)
Y, encolerizado, el rey hizo apresar a los sacerdotes con sus mujeres y sus hijos. Ellos le mostraron la puerta secreta por la cual entraban a consumir lo que había en la mesa. (Daniel 14, 21)
Al enterarse de esto los babilonios, se indignaron y se volvieron contra el rey, diciendo: "El rey se ha hecho judío; ha dejado destruir a Bel, ha dejado matar al dragón y suprimir a los sacerdotes". (Daniel 14, 28)
Escuchad esto, sacerdotes; atiende, casa de Israel; casa real, prestad oído, porque se hace justicia contra vosotros. Vosotros os habéis hecho un lazo en Mispá y una red tendida en el monte Tabor, (Oseas 5, 1)
Los sacerdotes, como bandidos al acecho, asaltan por el camino de Siquén, asesinan y cometen atentados. (Oseas 6, 9)
Los habitantes de Samaría temen por el becerro de Bet-Avén; sí, su pueblo está de luto por él, y por él sus sacerdotes se lamentan porque su gloria ha desaparecido. (Oseas 10, 5)
Sacrificio y ofrenda han desaparecido de la casa del Señor. Los sacerdotes, ministros del Señor, hacen duelo. (Joel 1, 9)
Vestíos de luto; lamentaos, sacerdotes; lanzad gritos, ministros del altar; venid, pasad la noche en sacos, ministros de mi Dios, porque la casa de vuestro Dios se ha quedado sin sacrificio y sin ofrenda. (Joel 1, 13)
Que entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: "Perdona a tu pueblo, Señor, y no entregues tu heredad al oprobio, a la burla de las gentes. ¿Por qué se ha de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?". (Joel 2, 17)