Talált 435 Eredmények: santo sábado

  • hasta los reyes honraban el lugar santo y lo enriquecían con ricos dones; (II Macabeos 3, 2)

  • Muchos salían en tropel de sus casas y organizaban rogativas públicas para salvar el lugar santo, que estaba en peligro de ser ultrajado. (II Macabeos 3, 18)

  • No fue esto sólo. El rey tuvo la osadía de entrar en el templo más santo de la tierra, guiado por Menelao, traidor a su patria y a sus leyes. (II Macabeos 5, 15)

  • Llegó a Jerusalén y, simulando la paz, esperó hasta el sábado. Entonces, viendo a los judíos en fiesta, mandó hacer un desfile militar (II Macabeos 5, 25)

  • No se podía celebrar el sábado, ni guardar las fiestas patrias, ni ser llamado o declararse judío. (II Macabeos 6, 6)

  • Otros, que se habían ocultado en una caverna para celebrar el sábado, fueron denunciados a Filipo y abrasados, pues no quisieron defenderse por la santidad del sábado. (II Macabeos 6, 11)

  • A punto de morir por los golpes de la flagelación, les decía gimiendo: "El Señor, que todo lo sabe, ve bien que, pudiéndome librar de la muerte, estoy sufriendo en mi cuerpo los tormentos atroces de la flagelación; pero en el alma sufro gustoso todo esto por su santo temor". (II Macabeos 6, 30)

  • sino que lucharan valientemente, teniendo presente la profanación sacrílega llevada a cabo en el lugar santo, la injuriosa opresión de la ciudad y la abolición de las instituciones antiguas. (II Macabeos 8, 17)

  • En realidad, era la vigilia del sábado, y por esta causa no prosiguieron la persecución. (II Macabeos 8, 26)

  • Recogieron las armas y el botín de los enemigos y celebraron el sábado, no cesando de alabar y bendecir a Dios, que los había salvado en aquel día y había comenzado a manifestarles su misericordia. (II Macabeos 8, 27)

  • Cuando pasó el sábado, distribuyeron el botín entre los damnificados, las viudas y los huérfanos, y lo demás se lo repartieron entre ellos y los suyos. (II Macabeos 8, 28)

  • Judas reunió su ejército y lo llevó a Odolán. El día séptimo se purificaron, según la costumbre, y celebraron la solemnidad del sábado. (II Macabeos 12, 38)


Como distinguir uma tentação de um pecado e como estar certo de que não se pecou? – perguntou um penitente. Padre Pio sorriu e respondeu: “Como se distingue um burro de um homem? O burro tem de ser conduzido; o homem conduz a si mesmo!” São Padre Pio de Pietrelcina