Talált 482 Eredmények: tienda del encuentro

  • el cual fue a nuestro encuentro, tomó el cinto de Pablo, se ató los pies y las manos, y dijo: "Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán en Jerusalén los judíos al hombre de quien es este cinto y lo entregarán en manos de los paganos". (Hechos 21, 11)

  • Los hermanos de Roma, que tenían noticias de nuestra llegada, nos salieron al encuentro en Foro Apio y Tres Tabernas; Pablo, al verlos, dio gracias a Dios y cobró ánimos. (Hechos 28, 15)

  • Quiero hacer el bien, y me encuentro haciendo el mal. (Romanos 7, 21)

  • Sabemos que si esta tienda en que habitamos en la tierra se destruye, tenemos otra casa, que es obra de Dios; una morada eterna en los cielos, no construida por mano de hombres. (II Corintios 5, 1)

  • Mientras estamos en esta tienda gemimos oprimidos, ya que no queremos ser desnudados, sino ser revestidos, para que la mortalidad sea absorbida por la vida. (II Corintios 5, 4)

  • Pues, aunque corporalmente me hallo ausente, en espíritu me encuentro en vuestra compañía, complaciéndome al ver la disposición inquebrantable de vuestra fe en Cristo. (Colosenses 2, 5)

  • Después nosotros, los vivos, los que estemos hasta la venida del Señor, seremos arrebatados juntamente con ellos entre nubes por los aires al encuentro del Señor. Y ya estaremos siempre con el Señor. (I Tesalonicenses 4, 17)

  • En efecto, este Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, que salió al encuentro de Abrahán cuando éste volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, (Hebreos 7, 1)

  • pues Leví estaba ya en las entrañas de su padre Abrahán cuando le salió al encuentro Melquisedec. (Hebreos 7, 10)

  • Después roció también con sangre la tienda y todos los objetos del culto. (Hebreos 9, 21)

  • Salgamos, pues, a su encuentro, fuera del campamento, compartiendo sus ultrajes. (Hebreos 13, 13)

  • pues considero un deber estimularos con mis exhortaciones mientras habito en esta tienda de campaña, (II Pedro 1, 13)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina