20. Pero la Bestia fue capturada, junto con el falso profeta -aquel que realizaba prodigios delante de la otra Bestia, y así logró seducir a los que llevaban la marca de la Bestia y adoraban su imagen- y ambos fueron arrojados vivos al estanque de azufre ardiente.





“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina