10. Entonces alzó su rostro encendido de majestad y, en un arrebato de ira, lanzó una mirada fulminante. La reina se sintió desvanecer: débil como estaba, cambió de color y reclinó su cabeza sobre la dama de honor que la precedía.





“Devemos odiar os nossos pecados, visto que o amor ao Senhor significa paz”. São Padre Pio de Pietrelcina