Fondare 154 Risultati per: Moab

  • En aquella ocasión derrotaron a Moab: eran unos diez mil hombres, todos fuertes y valientes, y no se salvó ninguno. (Jueces 3, 29)

  • Aquel día Moab fue sometido a Israel, y el país quedó tranquilo ochenta años. (Jueces 3, 30)

  • Los israelitas volvieron a portarse mal con Yavé: sirvieron a los Baales y a las Astartés,a los dioses de Aram y de Sidón,a los dioses de Moab, a los de los amonitas y de los filisteos. Abandonaron a Yavé y ya no lo servían. (Jueces 10, 6)

  • «Así habla Jefté: Israel no se ha apoderado ni del país de Moab ni del de los amonitas. (Jueces 11, 15)

  • Entonces Israel envió mensajeros al rey de Edom para decirle: Déjame, por favor, pasar por tu país; pero el rey de Edom no los atendió. Los envió también al rey de Moab, quien tampoco los dejó pasar, e Israel se quedó en Cadés; (Jueces 11, 17)

  • luego, avanzando por el desierto, rodeó el país de Edom y el de Moab y llegó al oriente del país de Moab. Acampó al otro lado del Arnón, pues el Arnón era el límite de Moab. (Jueces 11, 18)

  • ¿Vas a ser tú más que Balac, hijo de Sipor, rey de Moab? ¿Tuvo la fuerza suficiente para atacar a Israel? (Jueces 11, 25)

  • En los tiempos en que gobernaban los Jueces en Israel, hubo una gran hambruna en el país. Debido a eso, un hombre de Belén de Judá se trasladó a los campos de Moab con su mujer y sus dos hijos. (Rut 1, 1)

  • Entonces decidió salir de Moab en compañía de sus nueras, (Rut 1, 6)

  • Así fue como Noemí, acompañada de Rut, su nuera moabita, regresó de Moab. Y justo cuando llegaron a Belén estaba comenzando la cosecha de la cebada. (Rut 1, 22)

  • «Es la moabita que acaba de regresar de Moab con Noemí. (Rut 2, 6)

  • Cuando todo estuvo listo, le dijo al pariente: «Noemí, la viuda de nuestro pariente Elimelec, que ha regresado de Moab, quiere vender la propiedad que pertenecía a su marido. (Rut 4, 3)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina