Fondare 113 Risultati per: evangelio eterno
y enviarles a Timoteo, hermano nuestro, que junto con nosotros trabaja con Dios por el Evangelio de Cristo. El debía fortalecerles y animarlos en la fe (1º Carta a los Tesalonicenses 3, 2)
Entonces la llama ardiente castigará a los que no reconocen a Dios y no obedecen al Evangelio de Jesús, nuestro Señor. (2º Carta a los Tesalonicenses 1, 8)
Con este fin los llamó mediante el Evangelio que predicamos, y los destinó a compartir la gloria de Cristo Jesús, nuestro Señor. (2º Carta a los Tesalonicenses 2, 14)
Que los anime el propio Cristo Jesús, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado dándonos en su misericordia un consuelo eterno y una esperanza feliz. (2º Carta a los Tesalonicenses 2, 16)
según el Evangelio glorioso del Dios bienaventurado, tal como a mí me fue encargado. (1º Carta a Timoteo 1, 11)
No te avergüences, pues, del martirio de nuestro Señor ni de mí, al verme preso. Al contrario, sufre por el Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios. (2º Carta a Timoteo 1, 8)
acaba de manifestarse ahora con la aparición de Cristo Jesús, nuestro Salvador, que ha destruido la muerte y ha hecho resplandecer en su Evangelio la vida y la inmortalidad. (2º Carta a Timoteo 1, 10)
Acuérdate de Cristo Jesús, descendiente de David y resucitado de entre los muertos, según mi evangelio. (2º Carta a Timoteo 2, 8)
Hubiera deseado retenerlo a mi lado, para que me sirviera en tu lugar, mientras estoy preso por el Evangelio. (Carta a Filemon 1, 13)
pero con toda seguridad la sangre de Cristo, que se ofreció a Dios por el Espíritu eterno como víctima sin mancha, purificará nuestra conciencia de las obras de muerte, para que sirvamos al Dios vivo. (Carta a los Hebreos 9, 14)
pero la palabra del Señor permanece eternamente. Esta palabra es el Evangelio que se les ha anunciado a ustedes. (1º Carta de Pedro 1, 25)
Pues no sin razón el Evangelio ha sido anunciado a muchos que han muerto; si bien en cuanto seres humanos han recibido la sentencia de muerte, a través del Espíritu viven para Dios. (1º Carta de Pedro 4, 6)