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  • que cometían, cuando vivían conforme al criterio de este mundo, según el Príncipe que domina en el espacio, el mismo Espíritu que sigue actuando en aquellos que se rebelan. (Efesios 2, 2)

  • precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo -¡ustedes han sido salvados gratuitamente!- (Efesios 2, 5)

  • Por eso dice la Escritura: Cuando subió a lo alto, llevó consigo a los cautivos y repartió dones a los hombres. (Efesios 4, 8)

  • No profieran palabras inconvenientes; al contrario, que sus palabras sean siempre buenas, para que resulten edificantes cuando sea necesario y hagan bien a aquellos que las escuchan. (Efesios 4, 29)

  • Pero cuando se las pone de manifiesto, aparecen iluminadas por la luz, (Efesios 5, 13)

  • Cuando se reúnan, reciten salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y celebrando al Señor de todo corazón. (Efesios 5, 19)

  • Y es justo que tenga estos sentimientos hacia todos ustedes, porque los llevo en mi corazón, ya que ustedes, sea cuando estoy prisionero, sea cuando trabajo en la defensa y en la confirmación del Evangelio, participan de la gracia que he recibido. (Filipenses 1, 7)

  • Por eso, queridos míos, ustedes que siempre me han obedecido, trabajen por su salvación con temor y temblor, no solamente cuando estoy entre ustedes, sino mucho más ahora que estoy ausente. (Filipenses 2, 12)

  • Yo tuve una gran alegría en el Señor cuando vi florecer los buenos sentimientos de ustedes con respecto a mí; ciertamente los tenían, pero les faltaba la ocasión de demostrarlos. (Filipenses 4, 10)

  • Y ya saben, filipenses, que al comienzo de la evangelización, cuando dejé Macedonia, ninguna otra Iglesia me ayudó pecuniariamente. Ustedes fueron los únicos (Filipenses 4, 15)

  • que cuando estaba en Tesalónica, en dos ocasiones me enviaron medios para asistirme en mis necesidades. (Filipenses 4, 16)

  • Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria. (Colosenses 3, 4)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina