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  • Aún no se habían acostado, cuando los hombres de la ciudad, los hombres de Sodoma, se agolparon alrededor de la casa. Estaba la población en pleno, sin excepción alguna, desde el más joven hasta el más viejo. (Génesis 19, 4)

  • Así, cuando Dios destruyó las ciudades de la región baja, se acordó de Abraham, librando a Lot de la catástrofe con que arrasó las ciudades donde él había vivido. (Génesis 19, 29)

  • Emborrachémoslo con vino y acostémonos con él; así, por medio de nuestro padre, tendremos una descendencia". (Génesis 19, 32)

  • Esa noche dieron de beber a su padre, y la mayor se acostó con él, sin que él se diera cuenta de lo que sucedía. (Génesis 19, 33)

  • A la mañana siguiente, la mayor dijo a la menor: "Anoche me acosté con mi padre; emborrachémoslo otra vez esta noche, y acuéstate tú con él. Así tendremos una descendencia". (Génesis 19, 34)

  • Esa noche volvieron a dar de beber a su padre, y la menor se acostó con él, sin que él se diera cuenta de lo que sucedía. (Génesis 19, 35)

  • Dios acompañaba al niño y este fue creciendo. Su morada era el desierto, y se convirtió en un arquero experimentado. (Génesis 21, 20)

  • Por aquel tiempo, Abimélec, que iba acompañado de Picol, el jefe de su ejército, dijo a Abraham: "Dios está contigo en todo lo que haces. (Génesis 21, 22)

  • Después de estos acontecimientos, Dios puso a prueba a Abraham. "¡Abraham!", le dijo. Él respondió: "Aquí estoy". (Génesis 22, 1)

  • "El Señor, Dios del cielo, que me sacó de mi casa paterna y de mi país natal, y me prometió solemnemente dar esta tierra a mis descendientes, enviará su Ángel delante de ti, a fin de que puedas traer de allí una esposa para mi hijo. (Génesis 24, 7)

  • En seguida vació su cántaro en el bebedero, y fue corriendo de nuevo a la fuente, hasta que sacó agua para todos los camellos. (Génesis 24, 20)

  • El hombre entró en la casa. En seguida desensillaron los camellos, les dieron agua y forraje, y trajeron agua para que él y sus acompañantes se lavaran los pies. (Génesis 24, 32)


O Pai celeste está sempre disposto a contentá-lo em tudo o que for para o seu bem”. São Padre Pio de Pietrelcina